"Estamos indignadas. No nos dieron la protección adecuada. Muchas de nosotras hemos enfermado y algunas muerto". Con estas desgarradoras lamentaciones enfermeras del Jacobi Medical Center de El Bronx, una de las zonas más castigadas por el coronavirus en Nueva York, protagonizaron este viernes una protesta en la que pidieron "respeto" a las autoridades sanitarias.
Detrás de las paredes de un hospital, no importa dónde, enfermeras y médicos batallan contra el reloj, se mueven de un lado a otro como hormigas, casi sin respiro, y mucho menos sin dormir, en su lucha por evitar que la pandemia de COVID-19 se lleve otra vida.
Hoy, estas enfermeras hicieron un alto para alzar su voz y denunciar un cambio en la política de la administración de hospitales públicos de la ciudad de no pagarles su salario si no presentan un certificado médico si se ausentan por enfermedad, aunque sea por un día.
"Es indignante", "cruel", "un insulto" para un personal que trabaja arduamente para cuidar de cada paciente, reclamaron durante una manifestación frente al hospital donde trabajan en este condado de mayoría latina y que se suma a otras denuncias por la falta de equipo para proteger sus vidas, y haber tenido que rehusar mascarillas contaminadas.
"TAMBIÉN ENFERMAMOS"
Mucho del equipo con el que cuentan ahora les ha llegado por donaciones, señalaron las enfermeras, que portaban carteles con mensajes de "no somos robots, también nos enfermamos", "respeto" o "los pacientes por encima de las ganancias", y que contaron con expresiones de apoyo del público que desde sus coches hacían sonar las bocinas de sus vehículos y les daban vivas.
"Antes necesitabas una carta del médico si eran más de tres días, ahora, por cualquier razón, necesitas una carta hasta por un día. Tampoco están queriendo pagar si usas tus días por enfermedad", dijo a Efe Kelly Cabrera, que nació en Nueva York, hija de inmigrantes ecuatorianos.
"Cómo, durante una pandemia en que estamos trabajando lo más duro que podemos, en que muchos de nuestros trabajadores se han enfermado y muerto, esta ciudad está cometiendo ahora esta injusticia", se pregunta la enfermera, de 28 años, que trabaja en la sala de urgencias del Jacobi, uno de once centros sanitarios de la corporación pública de hospitales, adonde siguen llegando pacientes, en su mayoría latinos y negros, como han revelado las estadísticas.
Allí, detrás de las paredes de ese hospital, junto con otras enfermeras y médicos, batalla contra la COVID-19, que ya se ha cobrado en Nueva York más de 11.000 vidas.
Ese lugar, dice, es como un "campo de guerra", en el que hay días en que no hay tantos pacientes pero en otros está abarrotado.
"SE ME ROMPE EL ALMA"
"No he visto a mis padres en más de un mes, y por suerte solo somos mi esposo y yo, no tengo hijos, no tengo ese miedo (a que se contagien), pero me rompe el alma mis compañeros que tienen hijos y en todo este tiempo no los han podido ver, no los han podido abrazar. No ven a sus hijos, a sus padres, por no contagiarlos", dice Cabrera, líder en este hospital de la Asociación de Enfermeras de Nueva York.
Como todos teme también el contagio y dice se someterá a la prueba la próxima semana luego de que un médico cercano a ella y otros compañeros arrojaran positivo al virus.
"Tengo miedo de que cuando todo este termine la gente no aprenda de lo que estamos viviendo, que todo regrese como antes, que la gente no se cuide", señala.
"TODAS TENEMOS MIEDO"
Judy Sheridan González también es enfermera en una sala de emergencias de uno de los hospitales principales en El Bronx, donde dice 5.000 empleados de salud se han contagiado, incluyendo a ella, que espera ahora para someterse a la prueba de anticuerpos que determinará cuándo podrá regresar a trabajar.
"Muchas están enfermas, otras han muerto, hay mucho estrés, muchos problemas y al final les castigan (con la nueva política). Todo el mundo tiene COVID", comenta la también presidenta de la Asociación de Enfermeras de Nueva York, que no quiso dar cifras.
"Todo el mundo tiene miedo. Cuando toses, tienes miedo, cuando tienes fiebre, tienes miedo, nadie sabe lo que va a pasar, pero seguimos trabajando", señala.
Acabada la manifestación, las enfermeras se ajustan sus mascarillas y vuelven a poner en riesgo sus vidas para salvar la de otros, en este caso la de los neoyorquinos de El Bronx.