El Centro de Congresos Cortes de la Real Isla de León en San Fernando, acogió la segunda de las conferencias del Ciclo La fe te hace llegar, a cargo de Blanca López Ibor, jefa de Oncología Pediátrica del Hospital Universitario Montepríncipe de Madrid, que expuso el tema Fe, Cultura y Enfermedad.
El encargado de abrir el acto fue el alcalde de la ciudad, José Loaiza, que no pudo quedarse a la conferencia por motivos de agenda “Los diferentes compromisos de la alcaldía me impiden quedarme a actos a los que a uno le gustaría estar”. Loaiza alabó el trabajo de los profesionales de la medicina diciendo que “yo no podría ser médico porque no resistiría”.
Por su parte, el consejero delegado del grupo de empresas Hospital Centro Médico Chiclana, Carlos Bascuas, hizo un breve perfil de la doctora López Ibor y referencia a distintos aspectos de la vida de la doctora en los que se muestra su humanidad, como él mismo aseguró, “ella no trata la enfermedad del cáncer, ella trata a los niños con cáncer. Los niños de su unidad se duermen con el padre y la madre y se despiertan con el padre y la madre. Estuve en su hospital y no vi sensación de tristeza, salí de allí con alegría porque eso era lo que transmitían sus pacientes y sus familias”.
La doctora comenzó su intervención advirtiendo que ella no era filósofa, sino médico. “Yo no sé si soy la mejor para hablar de fe, cultura y enfermedad; yo hablo de lo que yo sé, del trabajo que yo hago”. Así, aportó un dato, esperanzador de los casos de éxito en los niños con cáncer. “Con el paso de los años el porcentaje de curación del cáncer infantil va en aumento. Actualmente, se cura un 75 por ciento de los casos”.
Continuó hablando del médico como persona y profesional diciendo que “aprendemos a hablar y no a escuchar; aprendemos una medicina cada vez más defensiva. Un médico que te habla mal es porque está asustado”.
De otro lado, la doctora López Ibor destacó, ilustrando con imágenes de enfermos tratados por ella, la importancia de la relación directa con el paciente. “Es el enfermo el que nos enseña que la medicina es ciencia. Miramos a los ojos del enfermo y descubrimos al niño, y eso es lo que tratamos. En nuestro trabajo tenemos que ir conociendo el proceso de enfermar. Cuando todo parece que se derrumba tenemos que explicar el diagnóstico, explicar el tratamiento y sus objetivos hablando del pronóstico. Nosotros le explicamos al niño su enfermedad y su tratamiento con un lenguaje adaptado a él. Atender el sufrimiento del enfermo y el de su familia mejora la calidad de vida”.
López Ibor explicó que no sólo tratan al niño desde el punto de vista médico. “Apostamos por el niño y su futuro mediante su educación, facilitando la tolerancia al tratamiento, apoyando a la recuperación de una vida normal y apoyando a su familia”.
En cuanto a la fe, Blanca López Ibor confesó que no da ningún caso por perdido, a pesar de que los estudios médicos sean desfavorables. “Me he dado cuenta de que niños que en un primer momento tenían pocas posibilidades de vivir han salido adelante. La fe te ayuda a buscar el sentido en tu trabajo y te ayuda a ser una persona más feliz. Desde que encontré a Jesús mi vida cambió en todos los sentidos”.
Asimismo, la jefa de Oncología Pediátrica del Hospital Montepríncipe, mostró su preocupación por las familias que sufren un caso de cáncer. “Nos preocupa el futuro de los padres cuando los niños mueren, para ello tenemos, en el hospital, una unidad especial que les atienden”.
Un auditorio completamente lleno aplaudió durante algunos minutos la intervención de la doctora, que respondió preguntas de los asistentes. Destacó la pregunta de un pediatra en la que hacía referencia a cómo poder superar la muerte de un paciente, algo que le afectaba profundamente en su día a día, como él mismo expresó. A la cuestión, la doctora López Ibor respondió que “el día que dejes de llorar por la muerte de un enfermo dejarás de ser médico”. Una respuesta que emocionó a todo el auditorio.
Clausuró la ponencia el delegado episcopal para el Diálogo Fe-Cultura de la diócesis de Cádiz y Ceuta, José María Bravo, que reconoció que en varias ocasiones, durante la intervención de la doctora, se le había hecho un nudo en la garganta, incluso saltado las lágrimas. “Recordaremos este día. Para nuestra experiencia de vida podremos decir: una vez estuve en una conferencia y oí esto. Agradezco a Blanca la sencillez con la que nos ha expuesto su vida. Esta tarde ha sido un ejemplo de cómo no salir corriendo ante el sufrimiento del otro”.