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Lunes 29/04/2024  

Una feminista en la cocina

Amamonados

Me dijo Carmen Morillo que Fernando Santiago había publicado una foto de ella- hacía mil años

Publicado: 16/04/2024 ·
15:25
· Actualizado: 16/04/2024 · 16:34
Autor

Ana Isabel Espinosa

Ana Isabel Espinosa es escritora y columnista. Premio Unicaja de Periodismo. Premio Barcarola de Relato, de Novela Baltasar Porcel.

Una feminista en la cocina

La autora se define a sí misma en su espacio:

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Humedales.

Hay una gaviota novata que no sabe dónde posar las patas. Ha hecho visual en uno de los penachos puntiagudos que escoltan el pantalán de río San Pedro donde los de Puerto campamento desgranan las horas invitando a pasear en piragua a los veraneantes. Ese donde trotan los turistas amamonados. Ese que custodia a los cangrejos violinistas desde las alturas de sus tablas. La gaviota está tan amamonada que va de uno a otro capirote sin que pueda posarse en ninguno porque se resbala por su propio peso y la fuerza de la gravedad conjuntados. Luego, indiferente,  despunta el vuelo como si las corrientes de aire le pertenecieran solo a ella.

Ahora está arriba del todo, estática como si pendiera de un hilo invisible que pudiera aguatarla en esa misma postura lo que le saliera del ala. Creo ver las isobaras en mi imaginación para fijarla, pero no,  solo detecto las rachas de viento cuando me mecen el cabello o trituran la estela de la piragua de mi hija en el reto diario de su entrenamiento. Me dijo Carmen Morillo que Fernando Santiago había publicado una foto de ella- hacía mil años- recibiendo no me acuerdo dónde a Fraga. Juró que nadie se acordaría de quién era el político  y yo la creí, porque cuando nos despidamos éstos que nacimos en los sesenta , éstos que vivimos franquismo avejentado y nueva democracia, éstos para los que las novedades eran libertad y derechos , todo se volverá gris y apagado como cuando se arruga el papel de regalo tras las fiestas. No digo que lo de ahora no sea novedoso ni festivo, lo será para quien lo sea, pero es diferente como para nosotros nos lo eran la guerra, el hambre o el miedo intrínseco en los huesos por haber visto tanta barbarie. Cuando pienso en lo mucho que debieron dejar atrás los que nos precedieron para construir nuestro presente, me enorgullezco de ellos.

Me sorprendo igual que de ver colgada en el cielo la gaviota o de notar que el único balcón del que no cuelga un cartel alusivo a la Feria de abril en los Remedios, es el de la consulta de sexología. Entiendo que no sería de buena cepa haber puesto aquel de “Ay que te como, te como, que te voy a comer”, pero quizás así no se vería ese balcón tan triste y apagado enfrentando a sus hermanos de barrio con sus letrillas de sevillanas colgadas como banderolas festivas y galanas, tanto que hasta los taxistas que se le enfrentan en la parada, le miraban de soslayo con una lagrimilla en la comisura de los ojos. Es grande eso de engalanar los balcones y las balaustradas y las ciudades. Es grande que sea de nuevo Feria y me tenga que quebrar la cabeza para buscar aparcamiento y que no sepa cuándo podré de nuevo volver al Lipa con sus botellonas , sus autocaravanas piratas y su arena gualda y seca.

Ahora está de recinto ferial todo tieso mirando para los Remedios con cara de “aquí te espero”, mas chulo que un ocho, envarado como un viejo juerguero, con gente atareada en vespas y furgonetas traqueteadas que le atraviesan las entrañas con estacas de metal para que los feriados beban , coman y diviertan dentro de ellas. Es el primer año que la va a catar la compi francesa de mi hija, con lo que ya- que es amante como no de la cultura sevillana- no se va ni con agua hirviendo que le echen. Es lo que pasa que como la gaviota, Sevilla nos enmamona pendiéndonos de un hilo invisible en el que nos deja en la total inconsciencia de todo lo que no sea Ella. A mí no, eh. Excepto si el río vadea de olas y los patos parecen gaviotas y el Belle de Cadix está atracado asemejando muelle de Cádiz. Si a eso le sumas una primavera con una suave brisa, un sol espectacular y los del atleti paseando, va a ser que sí, que me enmamona.

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