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sociedad

Un supermercado español cambia los euros por puntos para 700 familias golpeadas por la crisis

Tania va guardando los productos en la bolsa. Las galletas, los huevos, el yogurt, el embutido, la pizza, los snack y los conejitos de pascua de chocolate que no durarán ni dos segundos en manos de Cristian e Iván, sus dos hijos de 9 y 5 años. En total, unos 15 puntos

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  • Supermercado. -

Decenas de familias españolas golpeadas por la crisis acuden a comprar cada día cambiando los billetes por una tarjeta electrónica, comprando pollos a cuatro puntos y aceite a 15. Esto es posible en Ecosolidario, un supermercado ubicado junto al metro de Ventilla, en Madrid, donde las personas registradas, previo informe de los servicios sociales, pueden comprar sin gastar un solo euro y en función de sus necesidades.

   Tania va guardando los productos en la bolsa. Las galletas, los huevos, el yogurt, el embutido, la pizza, los snack y los conejitos de pascua de chocolate que no durarán ni dos segundos en manos de Cristian e Iván, sus dos hijos de 9 y 5 años. En total, unos 15 puntos.

   Esta joven de 33 años y su pareja se quedaron en paro y ahora no llegan a fin de mes con los 850 euros que cobran de los subsidios por desempleo, que se les quedan en apenas 100 cuando restan los 750 euros mensuales que pagan de hipoteca.

   "Cuando cobraba el paro, ni me planteaba pedir ayudas", cuenta Tania a Europa Press, mientras hace una pausa para recordar aquellos tiempos. Desde el 14 de julio, acude a este supermercado porque no le queda otra opción si quiere que sus hijos tengan lo básico. "Ayer me llevé pollo, croquetas y aceite", recuerda, mencionando estos productos que son más especiales porque no llegan todos los días o son más caros.

   El aceite, por ejemplo, son 15 puntos, mientras que las legumbres o los productos como el gel de ducha o el papel higiénico cuestan 3 puntos. La familia de Tania disfruta de 200 puntos al mes, una cantidad que varía de unos hogares a otros dependiendo del número de miembros y de los ingresos mensuales.

   "Bueno, adiós, muchas gracias", grita desde la puerta una señora de unos 70 años bajo unas enormes gafas de sol. "Adiós doña Juli", responde cariñosamente Vicente Álvarez, director general de la Fundación Alberto y Elena Cortina, que está detrás de este proyecto. A pesar de que en este supermercado ayudan a 691 familias (2.478 personas y de ellas, 178 menores de 2 años), allí dentro todos se conocen.

   Mientras tanto, cada mes entran y salen de las cámaras frigoríficas y de los estantes, más de 1.200 pollos, otras tantas croquetas y otras 1.200 docenas de huevos, siendo el producto estrella la leche, de la que se venden 6.000 litros.

INFORME, FOTOCOPIA DEL DNI Y PADRÓN

   Vicente Álvarez no deja de mirar el móvil. Al día, llegan a la bandeja de entrada de su correo entre cuatro y cinco 'informes de derivación' que son los que le envían los trabajadores sociales para que una familia que está pasando necesidades pueda comprar en este súper.

   "Cuando me llega el informe, llamo a la familia y la cito para darle la tarjeta. El primer día llegan con timidez, el segundo cruzan la puerta con la tarjeta en la mano izquierda como avisando de que entran a comprar y el tercero ya directamente cogen el carrito y comienzan a llenarlo", cuenta Álvarez.

   Al principio cuesta dar el primer paso, tal y como le pasó a Tania. "Crees que lo puedes solucionar solo y sobrevives estirando un paquete de arroz toda la semana", admite. Ahora, cuatro meses después, los tres trabajadores y cinco voluntarios de este colmado son como parte de su familia.

SIEMPRE HAY COLA

   La cola en la caja ya casi dobla la esquina de la tienda, sobrepasando el estante de la leche. Son las 13,00 horas, faltan 60 minutos para que cierren y no deja de entrar gente. Algunas clientas dejan el carro junto a la puerta y otros, como Estefanía, una colombiana de 28 años, y Basilio, que es de Guinea Ecuatorial pero lleva viviendo desde niño en España, cargan con las bolsas.

   Esta pareja y sus dos hijos, de 1 y 4 años, se vieron sobrepasados por la crisis que envió a Estefanía a otra cola, la del paro. Y aunque Basilio trabaja, llegan a final de mes en números rojos y con deudas. Por eso, intentan administrar los puntos lo mejor que pueden. Hoy se han gastado 71 puntos.

   El 30% de los alimentos que se 'venden' en este supermercado provienen del Banco de Alimentos de Madrid y el otro 70% directamente de la Fundación, a cuyos patronos, Alberto Cortina y Elena Cué, se les ocurrió esta idea porque querían crear un recurso "digno" para la gente.

21 MILLONES DE KILOS DE COMIDA

   Precisamente, a partir de este viernes tiene lugar en toda España la tercera Gran Recogida de Alimentos organizada por la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), en la que esperan recolectar más de 21 millones de kilos de comida en 10.100 superficies con la ayuda de 110.000 voluntarios. Todos estos alimentos irán destinados a 1,7 millones de personas necesitadas en España.

   Ecosolidario es solo una de las formas de llegar a todas estas personas sin el peligro de la estigmatización. Los beneficiarios casi se olvidan de que lo son cuando entran a la tienda porque es como comprar en cualquier supermercado, incluso cuando sacan del monedero su tarjeta de puntos que podría pasar por visa.

   Sin embargo, en el fondo no se olvidan de la ayuda que tanto Vicente como Mari Sol, Manuel y el resto del equipo les prestan cada día. 'Gracias' es la palabra que se escucha más entre los brics de leche y las latas de tomate frito de este establecimiento. La mayor ilusión llega cuando una clienta se acerca a la caja para devolver su tarjeta, algo que ha ocurrido en 25 casos este año. Eso significa que el golpe ha pasado, que ya no la necesitan.

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