En el año 2011, Gema López regentaba una guardería en la zona de Montequinto, en Sevilla, que al poco tiempo acabaría cerrando. Antes de ello, serviría de banco de pruebas para el proyecto que ella y su marido tienen hoy implantado en 300 centros educativos de todo el mundo y que utilizan más de 20.000 familias (en Sevilla, 100 centros y 5.000 familias) para saber, en tiempo real, cómo están sus hijos mientras están en la guardería.
Se trata de la aplicación Kinderclose, un programa que ha sustituido a las agendas de toda la vida que cada niño llevaba a casa en su mochila y con la que los padres podían saber cómo y cuántas veces había comido su pequeño, o las que había necesitado un cambio de pañal.
La idea la implementaron Gema y su hermana Clara junto a sus parejas, ingeniero informático y teleco respectivamente. El proyecto piloto implementado en aquel jardín de infancia de Montequinto resultó ser un éxito, y en poco tiempo lo empezaron a ofrecer a centros de Sevilla primero, luego del país, y así hasta hoy, cuando guarderías de México, Argentina, Chile o Perú ya utilizan Kinderclose como herramienta que ofertan a los padres. El precio: 5,90 euros por alumno y año.
“A través de Facebook e Internet se empezaron a poner en contacto con nosotros desde muchos países. En todos los centros en los que se ofrece Kinderclose estamos presentes para ofrecer un servicio de asesoramiento a los responsables, que disponen de nuestro teléfono directo”, explica a Viva Sevilla Clara López.
Ambas parejas se encargaron durante los primeros meses de llevar personalmente el proyecto y atender a los clientes que iban contratando su aplicación. Un trabajo que hoy ya tienen derivado a una empresa a la que derivan todo el trabajo técnico. “Únicamente mi hermana Gema se dedica a esto. Ni su marido, ni el mío ni yo lo hacemos, tenemos otras ocupaciones, así que todas las sugerencias y necesidades que recopilamos a través de las opiniones de centros y padres se las trasladamos a esta empresa, que es la que acomete las mejoras que Kinderclose necesita”, detalla Clara.
De Kinderclose han nacido proyectos paralelos enfocados a otros colectivos que les demandaban servicios de seguimiento en tiempo real: Se trata de Seniorclose, para residencias de ancianos; Apetitclose, implementada para algunos comedores escolares de Madrid; o Atenea, destinada a las aulas matinales que acogen a los pequeños en los centros educativos desde antes del horario lectivo.
Batalla legal
Pero la historia de Kinderclose vivió una sacudida que nos devuelve al año 2013, cuando el crecimiento y la expansión de la app ni mucho menos era el actual. Una mañana recibieron un burofax del prestigioso bufete de abogados Cuatrecasas, en representación de la sociedad italiana Ferrero, comercializadora, entre otros productos, de los bombones Kinder. La comunicación era clara: el nombre que le habían puesto a su aplicación, Kinderclose, constituía un plagio en relación al nombre comercial de sus dulces, por lo que la marca italiana instaba a las dos emprendedoras sevillanas a cambiar la denominación de su proyecto.
El abogado de ambas, Víctor López, del bufete sevillano LBO, tuvo claro desde el principio que Ferrero no tenía razón: “Kinder, en alemán, significa niño, y defendíamos que ninguna marca se puede adueñar de la marca niño. Además, entendíamos que no había riesgo de que el usuario se confundiese: una cosa es un bombón y otra la app para centros escolares”. La Oficina de Patentes y Marcas, dependiente del Ministerio de Industria, le dio la razón.