No se están valorando adecuadamente las rotulaciones del callejero ni la dedicación de estatuas públicas, con olvidos históricos lamentables. La rotulación de calles, avenidas, rotondas o paseos sigue siendo en Sevilla una asignatura pendiente que en cada período de tiempo y siempre según los vientos políticos, se expresa sin criterio razonable mantenido por los sucesivos Gobiernos municipales. Mientras permanecen olvidados personajes claves de la historia sevillana, o fijados sus nombres en lugares inadecuados, se han incorporado al nomenclátor nombres con escasas vinculaciones locales y, además, ocupando vías públicas de importancia.
Unas veces por intereses políticos y otras por sensiblería, oportunismo o frivolidad, el caso es que el callejero sevillano refleja una situación de anarquía que algún día necesitará de revisión para solucionar tantas injusticias e ingratitudes como ahora se acumulan. La misma situación refleja las dedicaciones de algunas estatuas públicas y sus emplazamientos.
Uno de los casos más significativos de injusticia histórica lo tenemos con el rey Alfonso X el Sabio. Hace más de dos década que solicitamos en el Ayuntamiento que se le dedicara un memorial mejor que un monumento individual, porque así tendríamos la oportunidad de conseguir varios objetivos a la vez; es decir, rendir justo homenaje ciudadano a uno de los mejores reyes de la historia de España, vinculado a Sevilla, y reflejar en el memorial el tiempo de su reinado, que fue del máximo esplendor para la ciudad.
Una gran empresa nacional con sede en nuestra comunidad autónoma y vinculada a Sevilla desde su fundación, nos comunicó que estaría dispuesta a aportar, junto con otras grandes empresas, la ayuda necesaria para colaborar con el Ayuntamiento en la noble tarea de rendir homenaje ciudadano al Rey Alfonso X el Sabio, dotando a la ciudad de un memorial que enriqueciera su patrimonio cultural. Dicha empresa considera que un proyecto de tanta trascendencia pública, debe ser compartido con otras entidades para fomentar la participación colectiva, que podría aplicarse a otros proyectos similares.
Sevilla también debería contar con un memorial dedicado a la ópera, donde se rindiera homenaje a Mozart, Beethoven, Rossini y Bizet. Como en su día escribieron Carlos Gómez Amat, Justo Romero y Jacobo Cortines, Sevilla tiene vinculaciones estelares con la ópera, con más de veinticinco obras, y sobre todo, con las cinco grandes óperas universales: “Las Bodas de Fígaro” (1786), de Mozart; “Don Juan” (1787), de Mozart; “Fidelio” (1805), de Beethoven; “El Barbero de Sevilla” (1816), de Rossini; y “Carmen” (1875) de Bizet.
Nunca nos cansaremos de sugerir que Sevilla tenga memoriales, incluso utilizando como soportes maquetas de las antiguas puertas de la ciudad, desaparecidas en el pasado siglo, junto a la mayoría de la cerca árabe. Hay temas trascendentes de nuestra historia que requieren memoriales, y junto al rey Alfonso X el Sabio y la Ópera, están la Tauromaquia, la Música, el Folclore, el Guadalquivir y sus areneros, pescadores y marineros; la Aeronáutica y las civilizaciones romanas y árabes, así como estatuas para numerosos personajes claves de nuestra cultura, como los poetas y narradores, científicos, músicos. Hay lugares apropiados en el Prado de San Sebastián, en el paseo fluvial de la calle Torneo, en la futura zona verde de Tablada y en otros lugares.