Lo malo de mostrar las cartas a pecho descubierto es que los otros componentes de la partida aprietan sabiendo lo que hay. El Sevilla, que firmó por un buen dinero a Diego López (exVillarreal), tuvo que decir públicamente un secreto a voces: que le sobran casi los dos porteros profesionales que tiene actualmente en la plantilla, Javi Varas y Andrés Palop. Y ambos, sabiendo que el Sevilla mantiene contratos con ellos que desearía no cumplir, pues se hacen fuertes en sus posturas. Lógico.
Lo que parecía más fácil, y de hecho lo es, que Varas se decida por alguna de las muchas ofertas que maneja (las principales de Zaragoza y Celta), se ha frenado porque el jugador dice, y con razón, que “no lo ve claro”, en boca de su representante, Álvaro Torres. Varas tiene 30 años, un muy buen contrato en el Sevilla tras su renovación, y para salir de casa le tienen que ofrecer lo mismo en dinero y una proyección deportiva muy clarita. Si no fuera así, nada de nada. De hecho, Torres comentaba al respecto que no se debería dar por segura su salida ni mucho menos.
Si Varas se queda, el Sevilla no haría efectivo el acuerdo que tiene con otro portero (Tono, del Racing) y más o menos se quedaría conforme, pero el gran problema sería que el de Pinomontano se encastillase en su actual postura de ser muy exigente con las ofertas que lleguen, mientras Andrés Palop, con un año de contrato firmado, se hace todavía más fuerte, sabiendo que se vería un auténtico cuadro si Míchel vuelve a los entrenamientos con estos tres porteros en nómina.
De momento, Palop no se mueve. Querría un contrato más largo del que tiene (por tanto en otro equipo), pero querrá que el Sevilla le pague parte o el todo del año que le resta para acudir al mercado con los bolsillos llenos. A estas alturas de su carrera, tiene muy claro que perder, ni un euro, y lógicamente en esta postura se convierte en una patata caliente que el Sevilla casi no se puede permitir, porque se trata del portero más legendario de su historia. Monchi tiene trabajo fino.