La magnitud del desastre, memorias de un critic music poco fiable. Con este título se presentó en Barcelona el libro que narra las anécdotas y recuerdos de la vaca sagrada de la crítica musical española. Después de la ciudad condal, llegarán las presentaciones en Madrid, 9 de junio y Sevilla al día siguiente y en La Caja Negra, por expreso deseo del autor.
Entrevistar a este personaje me hizo sentir ese flojeo de piernas que a un novillero le entra cuando va a debutar con picadores en la Maestranza. Sevilla ha ganado a un nuevo ciudadano y no es uno cualquiera.
Oriol Llopis es uno de esos pocos privilegiados que, en un nivel superior del periodismo, escribe cuando y de quien le da la real gana. Después de haberle ganado la partida a la vida, con la inestimable y definitiva ayuda de su otra mitad, su esposa María, el Llopis y su privilegiada pluma nos dan la oportunidad de conocer y disfrutar de gran parte de la historia de la música en España.
¿Hasta dónde alcanza la magnitud del desastre?
–Esta pregunta tiene trampa. Si quisiera hacerme el ingenioso, diría que alcanza hasta la página 220. Pero como ya sé que me está preguntando otra cosa, diré que llega hasta donde llegue tu capacidad de sobrevivir, de esquivar las balas, la mala suerte... y las tentaciones.
De Barcelona a Sevilla, ¿por qué ese cambio de residencia y de aires?
–Por amor. Y encima he tenido la enorme suerte de caer en Sevilla, que esa es otra. Si el amor hubiese estado en Lugo o Badajoz, con todos mis respetos por esos lugares, habría sido una verdadera putada, la verdad... Así que puedo decir que he tenido suerte por partida doble...
Desde su dilatada experiencia, ¿cómo ve el panorama musical español en la actualidad?
–Ahí sí que podría soltar un muy bien hilvanado y razonado discurso, pero se lo voy a resumir en dos palabras: muy flojito. Y estoy siendo muy educado. Pero no me quejo en absoluto: hay tantas, tantísimas cosas por descubrir de décadas pasadas que ni viviendo cien años quedaría satisfecha mi curiosidad...
¿Qué ha significado la revista Ruta 66 en su carrera?
–Poder escribir sin que me digan ni cómo, ni sobre qué, ni sobre quién. Escribí sobre la historia de los Cadillacs, me dí el lujo de llenar cuatro páginas hablando con Dogo... ¿Dónde me habrían admitido algo así? ¿En el Popular 1?
¿Hay algo que le haya sorprendido gratamente últimamente en la música española?
–Sabe usted perfectamente cuál es la respuesta a esa pregunta. Pájaro y su Santa Leone. Ese hombre ha conseguido ponerme las orejas tiesas como hace muchísimo tiempo no se me ponían. En póker, eso sería una jugada magistral. Es como en la películas. El malo enseña sus cartas, la mar de satisfecho, convencido de que ha ganado, y empieza a arramblar con las fichas. Y entonces el otro (el Pájaro, vaya) dice aquello de “un momento, amigo.....” y ¡pataplaf! Se saca lo inimaginable.
Sabemos que estuvo presente en el Monasterio de La Cartuja los dos días del festival Territorios Sevilla, ¿que le pareció el nivel musical del evento?
–Pues a la altura de las expectativas de la gente que asistió. Los que querían rap lo tuvieron, los que querían indie también, los que querían a 17 alemanes tocando polkas y melodías tirolesas, pues también... Hubo espacio para el rhythm’n’blues, para el reggae, para el rock pantanoso y ponzoñoso... y para los putos amos de la selva, que para mí fueron un pájaro y una iguana. El resto de público no sé, yo salí encantado de la vida. Y creo que mi señora esposa también.
Después de publicar su biografía, ¿qué le deparará el futuro a Oriol Llopis?
–Que me hagan una oferta que no pueda rechazar, que mi mujer siga teniendo el secreto de la mejor carrillada del mundo y que usted haga el favor de tratarme de tú, que todavía hay rangos. Yo a usted le trato de usted porque me merece un respeto, pero usted tráteme de tú o me veré obligado a romperle las piernas.