LA conferencia de apertura del curso de la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes y sobre todo su contenido que en algunos momentos pudiera considerarse extralimitado de las funciones de una Institución de tal naturaleza, supone la descripción de un retrato más que fidedigno de la situación de la ciudad y un paso al frente de la propia Academia que se ha atrevido a ponerle la cara colorada a los poderes políticos. Políticos que, dicho sea de paso, no asistieron oficialmente al acto académico.
Y es que lejos de ser una extralimitación de sus funciones, lo que el presidente de la Academia, José Carlos Fernández Moreno, dijo el martes sobre el estado de la ciudad, no es más que lo que piensa la ciudadanía de La Isla o, al menos, aquella que puede todavía pensar en algo más que no sea subsistir cada día antes que complicarse en arreglar un futuro que no se ve por ningún sitio ni se le espera.
Polígonos industriales vacíos porque fueron mal diseñados, caros o con carencias de infraestructuras graves; proyectos eternizados en la lucha política y partidista porque San Fernando nunca tuvo la suerte de tener “gobiernos amigos” en todas partes a la vez y cuando la tuvo la desperdició; inacción de los poderes públicos ante conflictos domésticos e impotencia ante los que traspasan fronteras y administraciones; representantes públicos más preocupados de asomar la cabeza por la foto que de aprender a solucionar los problemas de la ciudad una vez comprobado que no dan más de sí...
Todo ello cuando la pregunta general, no sólo en San Fernando sino fuera de la ciudad y de su zona de influencia, es tan aparentamente inocente como demoledora:
-¿Y La Isla de qué vive?