El premio Nobel de Literatura chino Gao Xingjian, que ha inaugurado este jueves en la Galería Senda de Barcelona una exposición con sus cuadros de tinta china sobre lienzo más recientes, ha señalado que la música de Bach o de Vivaldi es la auténtica fuente de inspiración de su arte.
La quincena de obras de gran formato que se exhiben en la exposición "Nouvelles encres" tienen todas un denominador común, la utilización de la misma técnica: la tinta china sobre lienzo.
Cada una de sus pinturas nacen, ha confesado hoy en Barcelona Xingjian, de una música concreta: "Siempre pinto en mi taller, con fuertes proyectores de luz, porque no necesito la luz natural, ya que no hay colores en mis obras".
Admite que sus obras reflejan el "silencio", pero curiosamente todos sus cuadros nacen de la música, "siempre una música para cada obra", hasta el punto de que escucha repetidamente la misma canción hasta que no acaba el cuadro.
"La música está ligada siempre al nacimiento de esa imagen y por eso es tan importante su elección", señala Xingjian, quien descarta como fuente de inspiración Beethoven y la música romántica, que "tiende a ser autoritaria" y por eso, "antes que Wagner, prefiero Bach, Vivaldi, o los contemporáneos Philip Glass o Steve Reich".
Bajo el título genérico "Nouvelles encres", la segunda exposición que Xingjian (Ganzhou, 1940) presenta en Barcelona muestra una selección de obras que, como el Nobel dice, son pinturas que empiezan donde sus palabras no llegan.
En sus obras ofrece "una visión interior personal que se dirige a una visión humana que es universal", pues "la pintura traspasa las lenguas y no necesita traducción para ser sentida de inmediato".
Todos sus cuadros son en blanco y negro, aunque Xingjian piensa que "entre el blanco y el negro hay diferentes tonalidades, pero más allá de esos dos colores, lo importante en el cuadro es la luz; si no hay luz, el blanco no existe", ha comentado hoy en Barcelona.
En este punto, el Nobel de Literatura chino opina que "en la pintura occidental la luz ha sido muy bien estudiada, hay una gran tradición, pero todos esos estudios son muy racionales".
En la pintura occidental, añade, está plenamente establecido de dónde viene la luz: el sol, una lámpara, a través de una puerta o de una ventana, o por el reflejo de un objeto.
"Sin embargo, para mí, la gran cuestión es lo que yo llamo la luz interior, y mi interés no es mostrar la fuente de la luz, sino la luz misma, una luz que está en la mirada del espectador", subraya.
A pesar de que su actividad como pintor y escritor se ha desarrollado de forma paralela y es fruto de una misma dedicación, y a pesar de que la literatura y el arte son fuentes de inspiración recíproca en su obra, no hay lugar para las palabras en sus lienzos.
La "estética de la creación" que defiende en sus escritos no deja lugar a dudas: la práctica de la creación artística debe evocar el sentimiento estético, donde lo primordial es generar sensaciones.
La única relación que sus pinturas puedan conservar de su interés por la escritura sea quizá el uso de la tinta china, que las vincula con el uso milenario que la cultura china ha hecho del arte de la caligrafía.
Su pincelada, de gesto espontáneo, explora las posibilidades matéricas de la tinta, y el sentido sensorial que pretende transmitir Xingjian se traduce en formas imprecisas que fluctúan entre la figuración y la abstracción.
Novelista, poeta, director de teatro y dramaturgo, autor de ópera, crítico de arte y de literatura y artista plástico, Gao Xingjian estudió francés en Pekín y trabajó como traductor y guionista en el Teatro Popular de las Artes de Pekín.
El estreno de sus obras de teatro "La señal de alarma" (1982) y "La estación de autobús" (1983), motivó que inicialmente las autoridades chinas decidieran limitar su libertad de expresión acusándolo de contaminación cultural, y que en 1986 su obra fuese finalmente prohibida.
Decidió entonces exiliarse en París, donde reside desde 1987 y donde obtuvo la ciudadanía francesa en 1998, y allí ha escrito obras como "La montaña del alma (1990), la novela que acabó de consagrarlo como escritor, previa a la obtención del Nobel en 2000.