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28F: el andalucismo sigue atrapado en su laberinto

Tres referentes del movimiento analizan su estado de salud y evidencia el disenso sobre su naturaleza, si ha de ser de izquierda o de derecha, y su oportunidad

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  • La bandera de Andalucía. -

Durante las dos últimas semanas, como viene siendo habitual en vísperas del 28F, la actualidad política regional ha estado marcada por los intentos de los partidos, con mayor o menor fortuna, de mostrarse como dignos merecedores de empuñar en solitario, por encima de las demás formaciones, la bandera andalucista. “Incluso se ha establecido una especie de competición para ver quién dice la cosa más graciosa”, lamenta Javier Daroca, uno de los referentes del movimiento, que desempeñó responsabilidades en el PA y en el Gobierno de coalición con el PSOE como viceconsejero de Turismo y Deporte. “Todo es postureo”, añade, “un baile” que hoy concluye con la entrega de unos premios que “a veces son incomprensibles”. Aroca reflexiona en estas páginas sobre el “compromiso con Andalucía para construir algo distinto”. Algo que, advierte, “no se está haciendo”.

La falta de que el pueblo tome conciencia política impide a Andalucía participar de los grandes pactos de Estado que está alcanzando el Gobierno con fuerzas territoriales, apunta, por su parte, Antonio Manuel Rodríguez, patrono de la Fundación Blas Infante, quien se muestra optimista, no obstante. “Hay un ecosistema intelectual y cultural propicio” para que prenda un andalucismo similar al de los años setenta, asegura.

Sin embargo, Fernando Álvarez-Ossorio, ex candidato del PA al Parlamento, duda. “No tengo claro que Andalucía sea andalucista”, reflexiona. Y se muestra preocupado porque no haya rastro del movimiento en la derecha. “Debe ser transversal”, sostiene. En este punto, y a partir de él, ninguna de las tres voces coinciden. Aroca y Rodríguez solo valoran una opción progresista y de izquierdas, revolucionaria, que “vincule la defensa de los más vulnerables a la defensa de Andalucía”.

Así las cosas, y tras la disolución del PA hace un lustro, el andalucismo sigue atrapado en su laberinto. La Asamblea Nacional de Andalucía por Sí (AxSí) eligió el pasado 31 de enero a Modesto González nuevo coordinador nacional con el objetivo de impulsar la formación. Teresa Rodríguez reivindica el patrimonio andalucista tras romper con Unidas Podemos e Izquierda Unida. Pero los andaluces, orgullosos de sus señas de identidad, siguen sin identificarse mayoritariamente ni con un proyecto ni con otro, relegándoles a un discreto plano institucional.

“Hay que hablar de posibilidades y dejar ya el victimismo”

Fernando Álvarez-Ossorio plantea un valiente ejercicio de autocrítica. El que fuera candidato del PA al Parlamento de Andalucía y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Sevilla aboga por superar los debates identitarios sobre el acento o el folclore y cuestionarse, en primer lugar, “qué hemos hecho en estos cuarenta años de autonomía en Andalucía”.

“Hay que descartar el victimismo”, subraya y, al mismo tiempo, superar prejuicios. “En Andalucía ha gobernado la izquierda y ahora la derecha y no ha cambiado todo de la noche a la mañana; no hay que demonizar”, apunta, porque “si queremos despertar el sentimiento de pertenencia a una comunidad andaluza fuerte en una España federal o autonómica, llamémosla como queramos, es preciso abarcar desde un lado al otro del espectro político”. Las opciones existentes actualmente, en su opinión, no son suficientes.

“AxSí y el grupo de diputados no adscritos de Teresa Rodríguez van a estar ausentes de la campaña”, advierte, porque AxSí no tiene representación en la cámara autonómica y la escisión de Adelante Andalucía está considerado grupo extraparlamentario a todos los efectos, también en cuanto a espacios electorales y financiación.

Además, “la actualidad está totalmente condicionada por la situación en Cataluña”. La clave, añade, está en fijar los términos del debate, poniendo el foco en las prioridades. “Es preciso que se articule mucho mejor el Estado de las Autonomías, resolver cómo va a quedar el mapa con Cataluña y el País Vasco, reformar el Senado y la conferencia de presidentes autonómicos y dejar claras las reglas del juego” para que el ciudadano sepa en cada momento qué administración es la responsable de cada competencia, enumera entre las tareas pendientes. Todo ello, implicando al electorado.

“Lo último que uno puede hacer es enfadarse con el votante, tratarlo de votante cautivo”, advierte. Álvarez-Ossorio admite que ahora resulta extraordinariamente complicado explicar y que prenda el sentimiento de pertenencia a la comunidad andaluza, tanto por la pandemia, que obliga a guardar distancia, como por los nuevos hábitos, como el teletrabajo, que favorecen la salida de nuestra tierra. Pero el punto de partida es favorable. “Con un discurso sobre lo que hemos avanzado y de las posibilidades que tenemos tal vez seamos capaces de que nuestro orgullo por ser andaluces se traduzca en peso político en nuestras instituciones”.

“Cala la necesidad de tener voz propia en las instituciones”

El profesor de Derecho de la Universidad de Córdoba y ex presidente de los ateneos andaluces, Antonio Manuel Rodríguez, está convencido de que existe en la actualidad un “ecosistema intelectual y cultural muy parecido al de los años setenta” que permitió que prendiera el andalucismo. “Hay mucha gente joven que se está alistando a este lado de la trinchera”, asegura, y admite sentirse “emocionado” porque el banderín de enganche es el legado de Blas Infante, de cuya fundación es patrono.

“Vuelve a haber una vanguardia andaluza en la música, en el cine y en la literatura” y cunde, además, la decepción en gran parte de la población que no encuentra soluciones a sus problemas en los partidos tradicionales. “Mucha gente contempla un debate sobre el estado de la Nación y observa que se pueden conseguir acuerdos entre numerosas fuerzas políticas donde tienen representación catalanes, vascos, gallegos, cántabros o turolenses, y Andalucía no está”, explica. “Empieza a calar  la necesidad de reactivar el andalucismo para contar con voz propia en las instituciones”, afirma.

A todo ello se suma la respuesta natural al Gobierno de derechas, con “el que no nos sentimos representados”. Este  movimiento ya se nota.

“Cuando se cuestiona nuestra forma de hablar, nos sentimos atacados en nuestra dignidad porque nos están tratando como a un pueblo menor, inculto. Y, aunque aparentemente ese debate se queda en lo superficial, en lo identitario, está ligado de manera íntima con los males estructurales de nuestra tierra”, añade. “Quienes se sienten ofendidos por quien se ríe de nuestro acento, son los mismos que sufren los problemas sociales de la autonomía en primera línea”, explica. Rodríguez se refiere al paro, a la inmigración forzada de muchos andaluces, a la pobreza.

La solución pasa por la distribución de la riqueza y eso no se corrige desde el liberalismo”, sino desde posiciones políticas “progresistas, inclusivas, que tienda la mano a movimientos sociales y a cualquier otro partido que compartan el mismo ideario: vincular la defensa de los más vulnerables a la defensa de Andalucía”.

Teresa Rodríguez, en su opinión, “es una persona con una tremenda proyección personal y pública”, cuyo discurso ha provocado “una reacción visceral” en su contra de Unidas Podemos en Madrid, pero no es suficiente, “necesita muchas personas más, más colectivos, más formaciones”.

También es preciso perder el miedo a desarrollar el Estatuto. “Tenemos una visión colonizada de la política, como si tuviéramos pavor de que Andalucía pueda volver a empoderarse como se empoderó el 4 de diciembre de 1977, cuando el pueblo fue capaz de modificar la redacción de la Constitución para que se reconociera la autonomía”. “España -sostiene- tiene representado en su escudo los tres grandes problemas de Estado que siguen sin resolverse: la Corona, con el rey emérito huido; la cruz de la Iglesia, que se ha apropiado de bienes inmobiliarios; y la división territorial. Los polítiticos deben saber que, ante una reforma estructural, Andalucía tiene consolidada su posición con dos estatutos con rango de Constitución federal” y no duda en que se harán valer.

“Si el andalucismo se refuerza, los poderes del Estado se abatirán contra esta opción”

Javier Aroca, articulista y tertuliano de radio y televisión, tiene claro que “lo más revolucionario ahora mismo en Andalucía es ser andalucista, progresista y de izquierdas. Eso es lo que verdaderamente inquieta de Despeñaperros para arriba”. Pero, lamentablemente, este movimiento, federalista, anti xenófobo, feminista, republicano, no está en boga en nuestra tierra, sostiene.

“El Gobierno (de Juanma Moreno) está gobernando con la extrema derecha, cuyos correligionarios mataron a Blas Infante”, denuncia. “Ahora, como antes, el andalucismo político está sepultado por otras opciones políticas que esconden un profundo nacionalismo español detrás”.  No es optimista. La oposición a la Junta “es muy débil porque el PSOE está descompuesto” y Adelante Andalucía, en plena crisis y con Teresa Rodríguez en el grupo de parlamentarios no adscritos, “tiene una crisis de identidad, no saben lo que son, si son andaluces, son españles, si son otra cosa”, y advierte de que no vale apuntarse al andalucismo “para salir del propio desbarajuste en el que están metido cuando han tenido cuarenta años para hacerlo y nunca lo hicieron”.

El andalucismo, en cualquier caso, “no termina de estructurarse”, pese a que, cuando lo estuvo, alcanzó importantes cuotas de poder. “El Gobierno de coalición con el PSOE fue positivo”, asegura quien ejerciera además como viceconsejero de Turismo y Deportes. “Pusimos en marcha políticas rompedoras en el ámbito de nuestras competencias, que tampoco fueron muchas”, admite.

El fallo del PA estuvo al margen de su rol institucional. “El partido no tuvo claro su papel, se obsesionó con alianzas por debajo de la mesa con algunas fuerzas no andaluzas y se equivocó -remarca- no apoyando la reforma del Estatuto”. Aquello, subraya, “fue un error garrafal”. La formación se abrió, asimismo, a sectores que no eran andalucistas, “ni siquiera eran progresistas”, y eligió a unos líderes que “hundieron ideológica, política y económicamente al partido” tras el congreso de Torremolinos, primero con Julián Álvarez y, después, con Pilar González.

“También el contexto mediático, político y económico hizo todo lo posible por que no hubiera una opción andalucista fuerte”, afirma. De hecho, asegura que “esa misma intención sigue existiendo” actualmente y, “si ahora la presión es menor, es porque su poder se limita a algunos ayuntamientos y una Diputación”.

Pero, pronostica, que si el movimiento cogiera vuelo “los poderes del Estado y los partidos centralistas se abatirán sobre la opción andalucista, como ha ocurrido siempre”. Entretanto, no se aborda, en su opinión, el verdadero debate sobre el Estado de las Autonomías.

Hay que avanzar aún más hacia la descentralización, hacia un Estado federal y, al mismo tiempo, crear las instituciones de cogobernanza y de cooperación”, defiende. El valor de esta opción ha quedado demostrado, asegura, durante la pandemia. “Se ha gestionado mejor en España por la descentralización que en Francia, Estado centralista”, concluye.

Sin embargo, este domingo “asistiremos a una fiesta institucionalizada por el 28F”, puro “postureo mediático, una fiesta carnavalera”. “Andalucía es un compromiso durante los 365 días para construir algo distinto y eso no se está haciendo”, finaliza.

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