El 4D fue una fecha clave para el andalucismo y la
reivindicación del autogobierno. Aquel primer domingo de diciembre de 1977, día plomizo, con lluvia en algunas capitales de provincia, puso en marcha el procedimiento por el que Andalucía se dotó de Estatuto de Autonomía solo dos años después. Sin embargo, el espíritu de aquella jornada de fiesta, empañada por el asesinato del joven manifestante
Manuel José García Caparrós a manos de la policía durante la manifestación autonomista de Málaga,
quedó disuelto durante de la democracia. Al menos, así lo entienden
Pura Sánchez, Manuel Delgado e Isidoro Moreno, expertos que protagonizaron esta semana una mesa redonda organizada por la plataforma Andalucía Viva, y celebrada en el Edificio La Bomba de la Universidad de Cádiz (UCA) con la presentación de José María Pérez Monguió y
Pepe Chamizo, exdefensor del Pueblo Andaluz, como moderador.
La terna coincidió en sus intervenciones en la necesidad de recuperar la conciencia andaluza para despegarnos la
etiqueta del atraso y definirnos por lo que somos como comunidad y no por lo que no somos. Pero Moreno advirtió de que esto solo es posible con un debate crítico alejado de cualquier planteamiento que corresponda al tacticismo político, citando a Blas Infante: “
Ojo con los andalucistas de nuevo cuño porque todos los profesionales de la política se están volviendo andalucistas. ¡Abajo los políticos fracasados! ¡Viva Andalucía libre”.
“Hemos sufrido 40 años de cloroformo, ni siquiera gobernamos el Guadalquivir”
Isidoro Moreno, catedrático emérito de Antropología, abomina del presentismo y defiende echar la vista atrás con ojos críticos para analizar “las encrucijadas” que llevaron al pueblo andaluz a salir a la calle el 4D y el resultado de aquel proceso. “Aparentemente, el conflicto entre 1977 y 1980, hasta la aprobación del Estatuto de Autonomía,
se resolvió bien”, afirmó.
Pero Andalucía, advirtió, “tiene los mismos problemas estructurales que hace 40 años”. “Aquel domingo plomizo, la sociedad civil convertida en pueblo asombró a los partidos políticos”, rememoró. Moreno, que participó en la organización de las multitudinarias manifestaciones celebradas en las capitales de provincia y en muchas cabeceras de comarca, señaló que se marcaron tres objetivos. En primer lugar, la
consecución de libertades plenas ante un Gobierno de Arias Navarro de marcado carácter franquista.
En segundo,
la amnistía, que, sin embargo, “benefició a los criminales del régimen”, lamentó. En tercer lugar, subrayó que los manifestantes reclamaban
autogobierno, en un contexto de creciente interés por el subdesarrollo. Al respecto, recordó un cartel que decía: “Si el andaluz acomodado piensa en Madrid y el andaluz pobre piensa en Barcelona,
quién piensa en Andalucía”. “Esto sigue teniendo plena vigencia, lamenta porque, si bien “se aceleró la conciencia andaluza que desembocó en el Pacto de Antequera, en 1978, y el apaño jurídico político para conseguir el Estatuto de Autonomía en 1980”, comenzó a partir de entonces “una
desaceleración planificada” que ha cronificado “los dolores”, tal y como se refería Blas Infante a las grandes deficiencias de nuestra tierra: la dependencia económica por el “
extractivismo y el
monocultivo turístico; la
alienación cultural, negándose nuestra cultura, reduciéndola a folclore o enmascarándola como cultura española”; y la subordinación política: “Ni siquiera el Guadalquivir se gobierna en Andalucía”, resumió.
“Hemos sufrido 40 años de cloroformo”, denunció, “con relatos fantásticos como que Andalucía era la locomotora de España o la California de Europa”. Sin embargo, Delgado se mostró optimista ante una posible reacción ciudadana en el futuro: “La encuesta del Centro de Estudios Andaluces (Centra) concluye que el
31% de los andaluces considera que la autonomía es insuficiente. “El dato es esperanzador pese a la creciente banalización del andalucismo”.
“Todos los indicadores apuntan a que la brecha con España crece porque avanzamos en direcciones contrarias”
Uno de los primeros objetivos del Estatuto de Autonomía era la consecución del
pleno de empleo. “Hoy da risa”, ironizó Manuel Delgado, catedrático de Economía, quien recordó que, en la actualidad, la región registra cuatro veces más de paro que en 1977 y “todos los indicadores apuntan a que la brecha con España crece porque
avanzamos en direcciones contrarias”.
Los problemas de entonces, añadió, no solo siguen vigentes, sino que se han agravado. Entre estos, señala la
cuestión agraria citando a Antonio Gala: “La tierra con mejores condiciones agrícolas da a sus hijos cenizas y amarguras (...). ¿Quién puede dar explicación a esta verdad atroz?”. Por otro lado, apuntó a la
desindustrialización, con la connivencia del PSOE y los sindicatos durante décadas con el poder económico para la reconversión del sector, con el cierre de la planta de Airbus en Puerto Real como ejemplo más reciente, donde la Junta “ha actuado como convidado de piedra”. Y, finalmente, Delgado advirtió de las
desigualdades de la Andalucía interior, que se halla “en una situación similar a los años 50, con la despoblación del 75% del territorio”. “Cuarenta años después -agregó-, la economía autonómica juega un papel subalterno”.
Especialmente, señaló, desde que la región apostó por la a
gricultura intensiva, la minería y el turismo. “El sistema político ha sido cómplice de este despróposito”, acusó, por lo que apeló a una respuesta que no solo tenga un enfoque “proletario”, sino que busque colmar “las ansias de redención de un pueblo secularmente oprimido”. “Es imprescindible poner por delante la condición identitaria para
que el capital de fuera deje de engordar a costa de Andalucía”, finalizó.
“El modelo educativo ha borrado todas las señas de identidad y perpetúa el sometimiento histórico”
Pura Sánchez, escritora e investigadora, adviertió, como docente, que el modelo educativo autonómico
ha borrado las señas de identidad del pueblo andaluz y perpetúa el sometimiento padecido durante su historia.
Al respecto, lamentó que, tanto la Junta de Andalucía como el Gobierno central, impulsen la
Formación Profesional Dual, que instruye a los alumnos de acuerdo a las necesidades del mercado laboral exclusivamente porque, por un lado, apuesta por la
súper especialización, limitando las posibilidades de los jóvenes, y, por otro, surte de
mano de obra a las empresas sin que los empleados disfruten de derechos algunos como trabajadores.
Sobre el lugar que ocupan las
enseñanzas sobre el patrimonio andaluz, aseguró que
“ninguno”. “Hubo formación específica para que el profesorado impartiera la materia”, recordó, pero esta iniciativa no perduró en el tiempo. “Y ha desaparecido del currículum escolar -lamentó-. Ahora se habla de lengua castellana y de las hablas andaluzas, como dialecto”, remarcó. “La ciudadanía debe entender que los únicos instrumentos de cambio vienen a través de la
educación, el conocimiento de la identidad y la soberanía, no de la colonización” en todos los ámbitos, concluyó.