El Reino Unido presionó este lunes al resto de gobiernos para que anuncien más medidas contra el calentamiento global, apenas cinco semanas antes de la próxima cumbre del clima (COP26) que acogerá su país y que, según la ONU, puede ser un "fracaso" si no hay nuevos compromisos.
El primer ministro británico, Boris Johnson, encabezó junto al secretario general de la ONU, António Guterres, una reunión privada con una veintena de líderes para tratar de dar un empujón a esa cita que se celebrará en Glasgow (Reino Unido) y que está considerada como el momento más importante de los últimos años en el ámbito de la acción climática.
Un Johnson que se declaró "frustrado" por la falta de avances advirtió a los gobernantes de que quedarán en evidencia si no dan pasos decididos para luchar contra el cambio climático.
"La COP26 se celebrará a plena luz del foco mundial. Y cuando termine la cumbre, cuando la mayor parte del mundo se haya comprometido con acciones decisivas, todos tendremos claro quiénes no han tenido el valor para dar un paso al frente. El mundo os verá, vuestra gente lo recordará y la historia os juzgará", dijo el mandatario británico en un duro discurso, facilitado por su oficina tras el encuentro.
EXIGENCIAS A LOS RICOS
Johnson aumentó la presión especialmente sobre los países ricos, recordando que son los que durante dos siglos se han beneficiado de un modelo económico basado en las emisiones de gases de efecto invernadero y defendiendo que ahora deben ayudar a las naciones con menos recursos, que son en general las que más sienten los efectos del calentamiento del planeta.
En ese sentido, les insistió en la necesidad de que cumplan con el compromiso de facilitar 100.000 millones de dólares anuales (unos 85.200 millones de euros al cambio actual) para financiar acciones climáticas en los países en vías de desarrollo.
Ese dinero, prometido en el Acuerdo de París de 2015, no se ha hecho por ahora realidad, pero tanto Guterres como Johnson confiaron en que pueda materializarse durante la COP26.
Johnson apuntó que hoy se presentaron varios compromisos importantes por parte de países como Dinamarca, Suecia e Italia, además de la Unión Europea (UE), pero subrayó que será clave ver lo que haga Estados Unidos, cuyo presidente, Joe Biden, tiene previsto abordar la crisis climática en su intervención de mañana ante la Asamblea General de la ONU.
A LA ESPERA DE BIDEN
En la cita de este lunes, Washington adelantó que habrá "buenas noticias inminentes", según dijo a los periodistas un funcionario de la ONU que pidió no ser identificado.
El pasado abril, la Casa Blanca anunció que iba a doblar su contribución hasta unos 5.600 millones de dólares anuales (cerca de 4.800 millones de euros), una cifra que ha sido considerada muy insuficiente por las organizaciones ecologistas y que ahora se espera que Biden pueda revisar al alza.
Según datos oficiales, en 2019 los países ricos facilitaron algo menos de 80.000 millones de dólares (más de 68.000 millones de euros al cambio actual), por lo que están aún muy lejos del objetivos que aceptaron en París.
LEJOS DE LAS METAS
En la reunión de hoy participaron líderes de distintas regiones, incluidas potencias económicas como Francia o Alemania y países muy amenazados por el cambio climático, por ejemplo Maldivas o Bangladesh.
Latinoamérica estuvo representada por los presidentes de Chile, Colombia y Costa Rica, mientras que Estados Unidos, China, Rusia y la India intervinieron, pero a menor nivel.
Según fuentes de la ONU, todos los participantes fueron "brutalmente honestos" sobre lo que es necesario hacer y lo que están dispuestos a asumir de cara a la COP26, con un reconocimiento generalizado de que el mundo está en grave peligro.
Guterres, en ese sentido, exigió mucho más a las potencias del G20 (grupo de veinte países industrializados y emergentes), responsables del 80 por ciento de las emisiones, y se mostró muy preocupado por las promesas de reducción que hay hasta ahora, insistiendo en que hay que dar la señal de alarma.
"En base a los compromisos actuales de los Estados miembros, el mundo está en un camino catastrófico a un calentamiento de 2,7 grados centígrados. La ciencia nos dice que cualquier cosa por encima de 1,5 grados sería un desastre", recordó.