El juicio a Andoni Zengotitabengoa, sospechoso de almacenarlas, celebró este lunes su tercera sesión, tras un paréntesis de dos semanas, en la que varios peritos y policías portugueses dieron detalles sobre los explosivos hallados en la casa que el acusado alquiló en la localidad lusa de Obidos.
Entre los 1.400 kilos de explosivos que ETA ocultaba en Portugal había decenas de artefactos listos para detonar, según el informe de los fiscales y los testimonios prestados en el Tribunal de Caldas de Rainha.
En la sesión de este lunes salieron a la luz, relatados por policías y peritos, detalles clave sobre Zengotitabengoa y su cómplice, Oier Gómez Mielgo, como su fuga, las circunstancias del hallazgo de los explosivos y el mortal inventario que albergaba su chalet de alquiler.
El primero de los testimonios fue del sargento de la Guardia Nacional Republicana que en un control rutinario de carretera, el 1 de febrero de 2010, dio el alto a la furgoneta en la que iban los dos supuestos etarras, un hecho fortuito que les hizo huir y abandonar el vehículo, la casa y los explosivos.
El Policía decidió pararlos en una rotonda "porque no llevaban matrícula delantera", pero la furgoneta aceleró y escapó en dirección a Caldas de Rainha.
Horas después unos lugareños -que testificaron en la sesión anterior- vieron que el vehículo se desviaba de la carretera y dos individuos lo abandonaban precipitadamente.
En su interior dejaron una pala y otras herramientas, matrículas y detonadores.
En la casa de Obidos la Policía descubrió nueve días después 14 bidones y siete sacos con 1.223 kilos de sustancias explosivas y decenas de bombas y artefactos listos para ser utilizados.
El chalet, según las autoridades, era un auténtico polvorín, con cantidades de nitrato de amonio, nitroglicerina, gasóleo, aluminio metálico en polvo y otros químicos suficientes para causar grandes daños en una manzana entera de casas.
Dos militares de la Fuerza Área testificaron que, a petición de la Policía Judicial, tuvieron que detonar 46 tubos explosivos, la mayoría de ellos fabricados con cilindros de aluminio.
Otros dos peritos, especializados en equipos electrónicos, dijeron que había componentes preparados para iniciar explosiones, detonadores y hasta tres tipos de dispositivos para activar "bombas lapa", que ETA coloca bajo los automóviles de sus víctimas.
Zengotitabengoa, el único de los dos inquilinos de la casa al que logró capturar la Policía lusa, está acusado ahora de varios delitos vinculados con el terrorismo por su presunta responsabilidad en el almacenamiento de los explosivos, uno de los mayores arsenales incautados a ETA en toda su historia.
Su compañero Oier Gómez Mielgo, identificado como tal por varios testigos en este juicio, fue detenido el pasado abril en Francia.
El juicio, que tras las sesiones celebradas el 13 y 14 de septiembre debe concluir este martes, se realiza bajo fuertes medidas de seguridad en el tribunal de Caldas de Rainha, a unos 100 kilómetros al norte de Lisboa y muy cercana a Obidos.
En total han declarado ya alrededor de cuarenta testigos, todos convocados por la Fiscalía, cuyo informe revela que ETA utilizaba Portugal como base de apoyo logístico desde 2007 y que Zengotitabengoa y Mielgo vivieron en este país desde finales de 2008, en casas alquiladas primero en Lousa y luego en Obidos.
Otros dos etarras, Garikoitz García Arrieta e Iratxe Yáñez Ortiz de Barrón, entregados a España el año pasado, habían sido también detenidos en Portugal en enero de 2010, cuando trasladaban desde España una furgoneta en la que se encontraron materiales para fabricar explosivos.
Al final de la sesión de este lunes, el abogado de Zengotitabengoa, José Galamba, volvió a quejarse, en declaraciones a los periodistas, de supuestas contradicciones en las declaraciones de algunos testigos.
Además criticó la "falta de competencia técnica" de las autoridades portuguesas y las responsabilizó de retrasar la investigación por pedir ayuda a España para analizar los explosivos.