La vicepresidenta se ha pronunciado este viernes después de haber cuestionado el verdadero poder y la legitimidad del presidente Alberto Fernández
La vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, explicó este viernes que las diferencias internas con el presidente argentino, Alberto Fernández, no son una “pelea” ni una “disputa de poder” sino un “debate político” sobre el rumbo económico y los condicionamientos que impone el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La vicepresidenta se ha pronunciado este viernes después de haber cuestionado el verdadero poder y la legitimidad del presidente Alberto Fernández, a la par de que el ala kirchnerista de Gobierno haya embestido en los últimos días contra la figura del ministro de Economía, Martín Guzmán, y el acuerdo que Argentina firmó con el FMI en marzo pasado.
Cristina Fernández indicó este viernes que “lo que está pasando en el Poder Ejecutivo, pelea no es”, sino que se trata de un “debate de ideas”, en un discurso en la provincia del Chaco (noreste), gobernada por un aliado de la ex presidenta (2007-2015), donde recibió un doctorado honoris causa “por su trascendente aporte a la consolidación del sistema democrático argentino durante su mandato” por parte de la Universidad Nacional del Chaco Austral.
La tensión al interior del oficialismo es tal que el propio presidente Alberto Fernández, media hora antes de la ponencia de la vicepresidenta, pidió en un discurso en la provincia austral de Tierra del Fuego: “Por favor, miremos el futuro, que nadie nos desuna, trabajemos juntos. Eso es lo que nos hace falta”.
NO DISPUTA DE PODER
Alberto Fernández fue nombrado como candidato presidencial por Cristina Fernández de Kirchner para integrar la fórmula que ganó las elecciones para gobernar Argentina desde diciembre de 2019, pero hace dos meses que no se hablan.
La vicepresidenta volvió a relativizar el poder del mandatario y descartó tener “una disputa de poder” con Fernández, en tanto consideró “un acto inteligente” haberlo elegido como candidato: “Elegí a una persona que hoy es presidente que no representaba ninguna fuerza política”, tras señalar que tendría una disputa de poder si hubiera elegido al líder de un partido, de la central sindical o de un movimiento social.
La ex mandataria señaló que eligió a Fernández a pesar de que la había “criticado” fuertemente desde 2008. “Alguien piensa que puedo decidir las cosas por enojo, por una cuestión de poder”, se preguntó y cuestionó que los medios de comunicación titulen las diferencias con el presidente como una “pelea” o por “cuestiones personales” o que están “enojados” y señaló que “siempre tratan” de asociarla a las “malas emociones”, que está “enojada” y que es “mala”.
Cristina Fernández además consideró que fue “una acción generosa” que tras ser electo Fernández pudiera “decidir libremente” su gabinete económico, en un contexto en que el ala kirchnerista además de atacar al ministro de Economía, Martín Guzmán, también cuestiona al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y de Trabajo, Claudio Moroni.
INFLACION Y FALTA DE DOLARES
La vicepresidenta cuestionó la política económica con “una inflación que no se detiene”, superior al 55 % interanual, la caída del poder adquisitivo, e indicó que “algo o algunos están fallando” si se ha elegido el modelo de producción y exportaciones y bajos salarios y además faltan dólares.
La vicepresidenta destacó que “la escasez de dólares” es “la verdadera causa de la disparada de precios” y anticipó que todos los partidos políticos argentinos “se van a tropezar” con el esquema de la "economía bimonetaria" argentina, “pero ahora mucho más” por la deuda con el FMI.
Cristina Fernández alertó sobre los “condicionamientos por parte del FMI” de devaluación permanente por arriba del índice de precios y suba de la tasa de interés, que no va a “dar crecimiento ni baja de la inflación”.
“Si el diagnóstico es que la inflación y los costos en este país es por el dólar, la devaluación permanente lo único que hace es incrementar y mantener inercial la inflación”, advirtió.
“Por estas cosas discutimos, debatimos y nos oponemos a determinadas cosas. Ni por cuestiones de poder, ni por cuestiones de caja ni porque me miró mal o no me invitó a comer”, indicó la vicepresidenta y cerró con su “mayor preocupación” y “amargura”: “No le estamos haciendo honor a tanta confianza y tanta esperanza que nos depositaron”.