En marzo se cumplirá un año en el que las casi 250 familias del residencial El Estribo, en la zona sur, respiraron algo más tranquilas después de que el Juzgado de Primera Instancia número dos de Jerez condenara a la promotora constituida por la Unión Temporal de Empresas (UTE) integrada por Imasatec S.A. y Grupo Compás y Gestión S.L. a reparar daños valorados en 1,4 millones de euros en sus bloques.
La estimación del juez en ese fallo respondía, como explicaba entonces, a una serie de deficiencias detectadas en las 248 viviendas VPO que integran esta urbanización, así como en zonas comunes y garajes. A estos daños, valorados por un perito judicial, deberán sumarse las costas del proceso judicial y el reintegro a la comunidad del dinero invertido en la ejecución de distintas actuaciones, que asciende a 5.298 euros. Sin embargo, el recurso interpuesto por los arquitectos del proyecto, ya que la promotora está en concurso de acreedores, ha dilatado la espera de unos vecinos que no ven la hora de vivir en unas casas en condiciones, lo cual puede cambiar de aquí a un mes, que es la fecha estimada para que se resuelva dicho recurso.
Gumersindo de Vera Manrique, ex presidente de la comunidad de propietarios de vecinos, y actualmente en la junta directiva, ha vivido todo el proceso y está convencido de que la estrategia de los arquitectos sólo busca “ganar tiempo” y que, en este sentido, tienen claro que la Audiencia Provincial “se va a ratificar, porque la sentencia del juzgado de primera instancia es rotunda”. Por ello, ya han preparado una comisión de seguimiento integrada por arquitectos y abogados para ir elaborando con los técnicos un listado con las necesidades más urgentes que afectan a la “vida ordinaria” de los residentes para que sean las primeras actuaciones que se acometan. Después del calvario que llevan pasado desde que hace cinco años les entregaran unas viviendas que presentan un aspecto de 15, hay casos que no pueden esperar más, como relata el representante de los afectados, sobre todo para los propietarios que viven en las terceras y últimas plantas de los edificios. “Hay una chica que está viviendo literalmente con un boquete en su techo, que ve el cielo desde su casa, y que cuando llueve tiene que ir colocando un cubo para recoger el agua”, señala.
A ello hay que sumar los problemas asmáticos que tienen diagnosticados niños de esta urbanización y otras patologías que podrían guardar relación con la proliferación de hongos por culpa de la humedad.También hay otro caso de un vecino que conforme anda en su casa se le van levantando las losas como si de un puzzle se tratara. Por ello, mientras que por recomendación expresa del arquitecto y de los abogados, no se tocará el garaje hasta haya sentencia firme, la comunidad si acometerá provisionalmente algunas de las obras más urgentes. Con casas llenas de filtraciones, graves humedades, grietas, fisuras, inundaciones de garajes, dimensiones equivocadas en la piscina y los vestuarios y malas calidades, los residentes no ven la hora de poder vivir dignamente. “No queremos dinero, sino que las arreglen en condiciones cueste lo que cueste y si hay que tirar el edificio que se tire”, sentencia.
