Investigadores de veinticinco universidades alertan que introducir bisontes en España no es buena idea. Este titular circula en las últimas semanas por la red, propagado por diversos medios de comunicación.
Una advertencia que se produce al cabo de unos cuantos años del primer desembarque en nuestro país de estos rumiantes cuya presencia en bosques europeos se pierde en la noche de los tiempos.
Y se produce también tras un cierto tiempo en que una manada de esta especie pasta en la sierra de Andújar y convive con nosotros. El único lugar de Andalucía en que eso ocurre y que forma parte desde entonces del catálogo de extravagancias de la provincia de Jaén.
Cuando esto se supo y empezaron a existir testimonios gráficos de la presencia de estos animales en El Encinarejo, en un grupo de WhatsApp un amigo sugirió que quizás siguiendo esa tendencia exótica de introducir en nuestra tierra especies que jamás habitaron nuestros contornos geográficos, quizás era el momento de abrir una nueva corriente en la provincia de Jaén que nos llevase a soltar osos Grizzlies en los Campos de Hernán Perea, para darle contenido al paisaje o proceder del mismo modo introduciendo caimanes en la Charca de Pegalajar todo el año, habida cuenta que junto a la misma existe el Mississippi. Que es un pub.
Lo extraño, insólito e inaudito de estos bisontes que coexisten en un mismo espacio que es refudio del lince, es que hicieron una trashumancia sin retorno desde Polonia hasta el lugar donde más calor hace en verano de toda la provincia. Y allí permanecen, entre jaras y lentiscos.
Que estos animales hayan sobrevivido en El Encinarejo sin achicharrarse es para que le erijan un magno conjunto esultórcio como el que existe dedicado a la montería a la entrada de Andújar.
