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Ecologistas en Acción ‘saca los colores’ al arbolado de Jerez

La inadecuada elección de especies o las podas injustificadas favorecen que la ciudad caiga sumida en el caos ante episodios adversos como Bernard

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  • Estado de la calle Porvera tras el paso de Bernard. -
  • La madera de las jacarandas de Porvera es "muy quebradiza"
  • Casi todos los arces están "podridos" porque son propios de climas fríos

Hace justo una semana, el paso por Jerez de la borrasca Bernard -que dejó rachas de viento superiores a los 100 kilómetros por hora- provocó la caída de alrededor de un centenar de árboles y de un número incontable de ramas. La ciudad pareció sumida en un auténtico caos que afortunadamente no se tradujo en daños personales quizá porque los hechos se produjeron un domingo por la tarde. Lo ocurrido genera alguna que otra duda sobre la situación en la que se encuentra el arbolado.

José Manuel Soria, de Ecologistas en Acción, tiene claro que para analizar los hechos no hay que conformarse con una única respuesta, sino que debe tenerse en cuenta una suma de factores. En todo caso, algunas cuestiones se antojan claves para entender lo ocurrido con los árboles: las especies y lugares elegidos para las plantaciones, las podas excesivas o inadecuadas que terminan favoreciendo la pudrición de los troncos o el mantenimiento.

Lo que no se debe hacer es responsabilizar de lo ocurrido a los propios árboles. “A raíz de estos hechos parece que existe cierta animadversión hacia los arboles, cuando debe quedar claro que cumplen un papel imprescindible y que además contribuyen a la lucha contra el cambio climático. Los árboles no son desde luego los malos de la película, y nos hacen falta porque son aliados de la vida. Lo que ocurre es que hay que hacerles un seguimiento continuo”, apuntan desde Ecologistas en Acción.  

Impactaron las imágenes de la calzada de la calle Porvera repleta de ramas de árboles, algo que en absoluto sorprendió a José Manuel Soria, y es que la jacaranda es una especie de madera muy quebradiza, por lo que “es lógico que se parta cuando se enfrenta con rachas tan fuertes de viento” como las que se registraron el pasado fin de semana.

Sin embargo, “estamos acostumbrados a ver por televisión huracanes con rachas de 250 y hasta 300 kilómetros por hora en México los árboles aguantan”. ¿Por qué? Pues sencillamente porque son especies adaptadas a ese medio. Aquí, por el contrario, se acostumbra a plantar árboles “que ya vienen criados en maceta o en contenedor”. “Se los saca de ese hábitat y se les coloca en un alcorque sin que sepamos siquiera qué hay en el subsuelo. El sistema radicular de ese árbol está adaptado al contenedor, pero no a ese medio en el que se ha plantado”, resume.

A este respecto, no debe olvidarse que la ciudad “es un medio adverso” para el árbol y el sistema radicular “crece como puede, pero no como lo haría en la naturaleza”.

El arbolado de Jerez, ante el espejo de los ecologistas

Hace poco más de un año, Ecologistas en Acción divulgó un informe sobre el estado de la arboleda. Advertía entonces de las podas excesivas, que a medio plazo favorecen la pudrición de los troncos o el ataque por xilófagos que desembocan en la muerte del árbol, la caída frecuente de ramas, los rebrotes indeseados y otros efectos negativos.

También se alertaba de que entre los daños que sufre el arbolado sorprende, por el impacto ambiental y económico que ocasiona, el deterioro de la corteza de las bases producido por la utilización inadecuada de desbrozadoras en las tareas de eliminación de las plantas y brotes que crecen a su alrededor. Estos daños, que causan la debilidad, cuando no la muerte, de cientos de árboles, “pueden ser fácilmente evitables protegiendo el tronco con un simple tubo durante las labores de desbroce o realizándolas con herramientas manuales”.

Por otra parte, la acertada elección de especies “es fundamental para una gestión sostenible desde el punto de vista ambiental y económico”. Así, “gran parte de los problemas y costes actuales generados por el arbolado se deben a una mala elección de las especies plantadas”. Entre esas especies inadecuadas se encuentran las invasoras, las que producen frutos que generan problemas con los viandantes, aquellas cuyas raíces se sabe que producirán daños en el acerado o las que por la fragilidad de su madera son susceptibles de convertirse en un riesgo para los ciudadanos o sus propiedades.

Esa elección inadecuada de especies “genera también un efecto de rechazo en una parte de la población, que sufre los daños producidos por árboles que nunca debieron ser plantados en el espacio donde se ubicaron”. No en vano, “la mayoría de los ciudadanos no diferencian las distintas especies, por lo que el rechazo, con frecuencia, se produce hacía todos los árboles”.

Sea como fuere, son muchos los factores que contribuyen a esa caída masiva de especies arbóreas, pero debe tenerse en cuenta también que las rachas de viento “fueron especialmente intensas” y, lo que es peor, que “hasta no hace mucho tiempo estos temporales se podían dar una vez cada quince años y ahora son más frecuentes por el cambio climático”, lo que obligará a adaptarse “a estas nuevas circunstancias”.

A corto plazo, José Manuel Soria respalda la idea del Ayuntamiento de encargar un estudio del estado del arbolado, para de este modo “detectar” la presencia de ejemplares en peligro. “Los arces, por ejemplo, están todos prácticamente podridos, porque son especies de climas fríos”, explica. Resulta también imprescindible que las podas sean más selectivas, para evitar la pudrición y el riesgo para las personas.

Mirando ya más a medio y largo plazo debería extremarse el cuidado de la selección del arbolado que se va a plantar. “Ese es el gran problema de todas las ciudades, porque en la mayor parte de las ocasiones se han plantado especies con criterios peregrinos tales como si es lo que había en el vivero, era más barato o era lo que le gustaba al arquitecto que arregló la plaza…”.

A modo de resumen, José Manuel Soria traslada la idea de que el árbol no es un problema, sino una solución en la lucha contra un cambio climático que ha convertido en ordinarios fenómenos antes poco usuales.

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