Fue Cayo Julio César quien dijo al divorciarse de su esposa Pompeya Sila, que la mujer del César no sólo debía ser honrada, sino, además, parecerlo. Y así debería ser también en la política, pero desafortunadamente, la duda de la honradez de nuestros mandatarios está instalada desde hace tiempo en nuestro sistema político y, aunque lo sean, la mayoría de las veces, no lo parecen.
De dudosa moralidad resultó ya comprobar cómo los grupos políticos representados en el Ayuntamiento elevaron el número de liberaciones de sus concejales a niveles históricos en el Consistorio jienense, precisamente, coincidiendo con la peor coyuntura económica de la administración local.
Pasados los cien días de gobierno, la liberación que ha quedado vacante parece ser que ha sido ofrecida a los tres grupos políticos desde el equipo de gobierno. Hay quienes han rechazado el regalo envenenado, pero los hay que están dispuestos a cogerla, esgrimiendo que precisan la liberación completa. Mal asunto cuando la política se convierte en plan de empleo y en cobijo de quienes antes de las elecciones siempre cacarean que no la necesitan para vivir.
No queremos decir que nadie deba dedicarse a la política de forma altruista, pero tampoco que se dediquen a ella como una mera y bien pagada salida laboral. Una media liberación permite, como hacen algunos, mantener la actividad que antes se tenía. Si se tenía, claro.