Casi 140 inmigrantes de distintas nacionalidades han perdido lo poco que tenían en un incendio que ha arrasado su campamento en Lepe, un siniestro que pone sobre la mesa de nuevo la situación de estas personas, en muchos casos sin casa por no tener documentación, y viceversa.
En este caso solo ha habido daños materiales, pero como lamentan los afectados, el fuego se ha llevado algo mucho más preciado para ellos que el dinero o la comida: su documentación, el principal tesoro que un día les llevó a la tierra prometida en busca de un futuro que, en la mayoría de los casos, no han terminado de encontrar.
La crisis económica ha multiplicado el número de asentamientos donde viven estas personas, aunque la peor parte se la llevan los que no tienen documentación legal para residir en España, que viven con la inquietud de no poder alquilar una casa, en caso de tener dinero para ello, por no tener papeles en regla, mientras que para tener los papeles en regla les reclaman una dirección postal.
Una pescadilla que se muerde la cola y que tiene en chabolas de cartón y plástico a más de 2.000 personas en la provincia de Huelva, sobre todo en municipios freseros, y solo en Lepe, donde ayer se produjo, hay una decena de campamentos distribuidos por su extrarradio.
Este alto número de chabolas multiplica la posibilidad de que el fuego se produzca, ya que la ausencia de electricidad reduce sus posibilidades de cocinar a encender una hoguera o alimentar un hornillo con una bombona, y ya son demasiados los precedentes de incendios que se unen a este último suceso.
En la misma localidad lepera se han producido incendios en campamentos el 30 de octubre de 2011, 6 de mayo de 2012 y 15 de junio de este mismo año, mientras que en la provincia hay fechas marcadas en el calendario, como la del siniestro que afectó a un asentamiento de Moguer el 9 de junio 2010.
Pero lo peor, sin duda, fueron los sucesos del 8 de marzo de 2010 y 9 de febrero de 2012, ambas en Palos de la Frontera, que se saldaron con dos personas y una más, respectivamente, fallecidas en incendios de sus chabolas.
Y la solución a este asunto no parece fácil, ya que se ha pasado del "efecto llamada" de la posibilidad del "papeles para todos" del anterior Gobierno a las bajas tasas de paro que tienen los pueblos freseros, y eso hace que Lepe, Moguer, Lucena o Palos de la Frontera presenten el paisaje de campamentos en sus alrededores año tras año, siempre con la campaña fresera (de febrero a junio) como fechas de más concentración de personas.
Para intentar paliarlo, algunas ONG han iniciado programas en los países de origen de los inmigrantes para mostrarles "la verdadera realidad" de España, e intentar convencerles de que cruzar el Estrecho les puede suponer un problema más que una solución.
Una vez en Huelva, entre la habilidad que tienen para encontrar trabajos esporádicos y la ayuda que reciben de distintas entidades y particulares consiguen sobrevivir, hasta el punto de que algunos de los que sufrieron el incendio el pasado lunes llevaban más de cuatro años en el mismo campamento, alternando la recogida de la naranja con la fresa, e incluso labores como montaje y desmontaje de puestos ambulantes en el mercadillo local.
Con todo, su preocupación es, en muchos casos, no su propia situación, sino que su familia en Nigeria, Senegal o Mauritania no sepa que viven en chabolas en el campo, sino que sigan pensando que cuando llegaron a España realmente encontraron el trabajo que buscaban en la tierra prometida.