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La vuelta al cole

Este curso es nuevo porque todo es diferente, empezando por la rutina, que no solo será entrar y salir de las aulas.

La incertidumbre da la mano al nuevo curso, al uniforme con mascarilla y a prohibir prestar la goma de borrar. Las dudas siguen pinchando a pesar de conocer el calendario, las preguntas no tienen respuestas y los días ya son unas cuantas horas que nos separan del diez de septiembre. Quienes pasamos hace años el cosquilleo del primer día de colegio de nuestros hijos, por mucho que lo imaginemos nunca podremos compararlo al actual. Hace más de treinta años nos preocupaba el llanto de los pequeños al dejarlos con los maestros, cuánto tiempo les duraría el sofoco durante aquellas tres horas interminables y el momento de verlos de recogerlos, de darles la mano para volver a casa.

Este curso es nuevo porque todo es diferente, empezando por la rutina, que no solo será entrar y salir de las aulas. En estos días se habla de refuerzos, de dispositivos, de medidas para garantizar el desarrollo de las clases, de recursos tecnológicos, incluso se dispondrá de enlace con el centro de salud. Los intentos de tranquilizar se quedan en eso, porque el día a día irá conformando la nueva realidad del alumnado. Durante el primer trimestrea los padres no les llegará lacamisa al cuerpo y es muy probable que se esfuercen en no pensar más allá, en no alargar el futuro hasta junio mientras lidian con la angustia. Eso es lo que muestran los informativos, las dudas hechas quejas de los padres. De los maestros también, pero mucho menos, siendo de ellos la responsabilidad de enseñar en unas condiciones nuevas, porque no es lo mismo trabajar con el ordenador que convertirlo de la noche a la mañana en una especie de otro yo de quien depender. Ha sido un aprendizaje apresurado, a contrarreloj, que ha recibido más críticas que palabras de ánimo. No se repara en su responsabilidad, en las veces que insistirán en que se laven las manos y no se quiten las mascarillas, en lo que sentirán si un niño dice sentirse mal, comunicarlo a los padres y, en algún caso, la reacción de estos.

Miedo da pensar en la vuelta al cole, aunque no hayamos dejado de hacerlo. Sigamos cumpliendo las normas, sigamos siendo responsables y aunque los pequeños lo sean y lo tengan más que demostrado, no dejan de ser niños y hay que estar tras ellos para ayudarles a no bajar la guardia y de paso echar una mano alos maestros. En esta anómala normalidad necesitarán más que nunca el apoyo de los padres. Ánimo.

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