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Julia López ha cumplido 90 años., es la fotógrafa en activo más veterana de Galicia

Antes de este oficio, fue profesora desde los 17, trabajó 12 años e incluso casi se sacó las oposiciones

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  • Julia Lopez. -

Julia López ha cumplido ya 90 años, pero, como le gusta tratar con la gente, sigue en activo como fotógrafa en el establecimiento que abrió con su marido en diciembre de 1968, Fotos Sandine. Antes de este oficio, fue profesora desde los 17, trabajó 12 años e incluso casi se saca las oposiciones.

Siempre ha sido una mujer activa, pero lo que ha priorizado ha sido ayudar a su marido en la tienda, como hace ahora con su hijo Gustavo: "Yo siempre ayudando, y ahora le ayudo a él”, dice a Efe desde su negocio compostelano, señalando a su hijo mientras habla.

En el número 23 de la Rúa do Vilar, dentro de Fotos Sandine, Julia está siempre sonriente y con los labios pintados. Cuando su hijo Gustavo se va de vacaciones se encarga ella de todo, pero la mayor parte del año están los dos juntos colaborando mano a mano.

Ella estudió fotografía, pero dice que “ellos -su difunto marido y su descendiente- son los técnicos" y que lo más le gusta es "el trato con la gente".

Julia y su marido se conocían de vista desde "casi siempre", pues los dos eran santiagueses.

Él le contó que una vez la vio en la tienda de una familia amiga a la que Julia fue a arreglar unas medias y preguntó por ella. A partir de ahí, según Julia, “todo tiene sus pasitos”, y lo que empezó como un pequeño interés se intensificó el día de la inauguración de la antigua estación de tren de Santiago de Compostela.

El fallecido Paco Iglesias -conocido como Sandine porque su voz se parecía a la del cantante argentino- era fotógrafo y animador de orquesta. Cantó el día de la inauguración y sacó a Julia a bailar.

Ella aún recuerda, y revive, las palabras que entonces le dijo su amado: “Tus padres no te van a dejar andar conmigo y yo no tengo nada que ofrecerte, solo unos brazos para trabajar”.

Tenía razón, los padres de Julia no quisieron que estuviese con él, pero “cada uno tiene su destino”, asegura esta veterana profesional con una rotundidad aplastante.

Él se mudó a Caracas porque quería conocer América, así que pasaron años hablando por carta. Un día Paco le escribió diciéndole que volvía a Santiago para casarse.

“Parecía una broma, pero efectivamente llegó y nos casamos en septiembre de 1959”, comenta su viuda.

Julia se ríe al desvelar que, cuando comparte con sus nietos que él nunca fue su novio como tal ni se dieron nunca un beso antes de la boda, no se lo pueden creer.

Cuando Julia y Paco se casaron ella estaba trabajando de profesora y acababa de aprobar el examen escrito de las oposiciones de profesorado.

Estaba a la espera de que la llamasen para la prueba oral, pero mientras se encontraban de luna de miel en Madrid se le pasó la fecha del examen.

Asegura que “no le queda pena”, porque pudo irse con su marido ya a Caracas, donde al llegar empezó a ejercer de maestra.

Julia trabajaba por las mañanas y ayudaba a su marido en su tienda de fotografía por las tardes.

“Cuando yo llegaba del colegio ya le tardaba, yo siempre estuve ayudándole, igual que ahora hago con Gustavo”, afirma.

Recuerda con mucho cariño Caracas, su gente, su clima y la casa en la que vivían. Cuando nacieron sus hijos decidió dejar de dar clases para centrarse en los niños y ejercer de lleno como fotógrafa.

Julia cuenta cómo su marido siempre tuvo mucha añoranza de Santiago. Cada vez que ella compraba algo para su casa decía que no necesitaban nada más, ya que se mudarían “la próxima primavera”.

Ella era feliz en Venezuela, llegó a quedarse sola con la tienda y su hijo pequeño Gustavo durante el año y medio que Sandine se fue a Vigo con su hijo mayor.

Finalmente, en diciembre de 1968 abrieron Fotos Sandine en Santiago de Compostela.

Para Gustavo, la vida de su madre fue una vida “de sacrificio, de trabajo, de todo por la familia”. Su Julia "no podría ser más buena", resume.

Ella niega con la cabeza mientras su hijo habla. Está contenta con sus decisiones, ha sido feliz.

“Crié a mi familia todos juntos”, sintetiza.

Ahora vive en la casa que hizo con su marido en 1971, donde en el piso de arriba residen su nieta, el marido de ella y sus bisnietos.

La coqueta Julia sigue feliz. Y continúa con su costumbre de que el carmín nunca falte. 

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