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Cadena perpetua por un asesinato xenófobo

La audiencia de Dresde, condenó ayer a cadena perpetua al ruso-alemán Alex W., de 29 años, por el asesinato xenófobo de una egipcia embarazada.

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La audiencia de Dresde (este de Alemania), condenó ayer a cadena perpetua al ruso-alemán Alex W., de 29 años, por el asesinato xenófobo de una egipcia embarazada, a la que mató de 16 cuchilladas en esa misma cámara judicial tras haberla insultado y llamado "terrorista" por llevar el pañuelo islámico.

La audiencia le declaró culpable de asesinato en grado de suma gravedad, lo que excluye la posibilidad de que salga tras quince años de prisión, como ocurre en la práctica alemana inclusive para los condenados a la máxima pena prevista por su código penal.

La fiscalía y la acusación particular habían pedido cadena perpetua por asesinato xenófobo, mientras que la defensa argumentó que se trató de homicidio, aunque negó un trasfondo racista.

La defensa había solicitado mismo la suspensión temporal del proceso para escuchar nuevos dictámenes de psiquiatras forenses, después de presentar un informe médico de la Federación Rusa, enviado por fax a la fiscalía general, según el cual se habían observado en el acusado comportamiento esquizofrénico en 2000.

De acuerdo con el documento, Alexander W., nacido en noviembre de 1980 en Rusia, recibió atención psiquiátrica hace nueve años y finalmente se le declaró no apto para prestar el servicio militar.

A lo largo del juicio, iniciado hace dos semanas, el procesado mostró su carácter agresivo, alteró repetidamente el orden e incluso tuvo que ser atendido por las lesiones que se provocó al darse cabezazos contra el mobiliario o al resistirse a sus vigilantes.

El ruso-alemán asesinó de 16 cuchilladas a Marwa El-Sherbini, una egipcia de 31 años embarazada, sobre la que se abalanzó en esa misma audiencia de Dresde, el pasado julio, en un juicio celebrado por una denuncia de injurias presentada por la entonces demandante.

La víctima y el agresor habían coincidido un año atrás en un parque infantil, donde ella le pidió que cediera uno de los columpios a su hijo, de tres años, a lo que el hombre respondió insultándola y llamándola "terrorista islámica" por ir cubierta con el pañuelo islámico, lo que motivó la denuncia por injurias.

El procesado sacó por sorpresa en ese juicio un cuchillo de 18 centímetros, con el que mató a la mujer y dejó malherido al marido de ésta, quien en la confusión recibió además una bala en la pierna de los funcionarios de seguridad.

La mujer murió en la misma sala minutos después de la agresión, ante los ojos de su hija menor, y el féretro con sus restos fue trasladado a Alejandría (norte de Egipto).

El condenado, que ocultó siempre su rostro ante las cámaras durante el proceso, nació en Perm (Rusia) y llegó en 2003 a Alemania, cuya nacionalidad adquirió en virtud de su origen germano.

Tras la reunificación, en 1990, se produjo un notable flujo de inmigrantes de origen germano procedentes de la antigua Unión Soviética, a los que se reconoce automáticamente como alemanes.

La integración de ese colectivo se ha demostrado compleja, puesto que de un lado son teóricamente tan ciudadanos alemanes como los nacidos en el país, aunque no siempre dominan su idioma, y a menudo se ha generado en su seno claras tendencias xenófobas.

El juicio se celebró entre las máximas medidas de seguridad por temor a acciones de represalia, a raíz del revuelo causado por el caso en Egipto y otros países árabes.

El entierro de su víctima en Egipto estuvo salpicado por manifestaciones violentas, concentraciones ante las embajadas alemanas en El Cairo y Teherán y mensajes en internet llamando a los musulmanes de Alemania a asesinar al agresor.

Tanto en la apertura del juicio como hoy se produjeron manifestaciones de musulmanes en Dresde, que denunciaban la discriminación de ese colectivo en Alemania.
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