La ceremonia de la XXXVI edición de los Premios Princesa de Asturias ha concluido en el Teatro Campoamor de Oviedo (Asturias) tras un acto que ha durado una hora y 25 minutos y en el que, en su tradicional discurso, el Rey de España, Felipe VI, ha reivindicado una España "alejada del pesimismo".
A pesar de que la próxima semana va a resultar decisiva, con una ronda de contactos con los diferentes partidos políticos que podría desbloquear la actual situación política nacional, el discurso del Rey de este año apenas ha tenido referencias a ese escenario. Felipe VI está coincidiendo estos días en Asturias con el presidente del Principado, Javier Fernández, que está ahora mismo llevando las riendas del PSOE a nivel nacional.
La gala volvió a contar con un estricto control en los horarios y una meticulosa organización, ya desde el momento en el que los premiados se trasladaban desde el Hotel de la Reconquista hasta el Teatro Campoamor, donde ya esperaban todos los invitados pasadas las 18.00 horas. Uno a uno fueron llegando, trasladados en los coches de la Fundación.
La galardonada con el Premio de Ciencias Sociales de este año, Mary Beard, fue la primera en pisar la alfombra azul, en una de las llegadas más divertidas que se recuerdan en los últimos años. Saludando a unos y a otros mientras se acercaba al teatro con una amplia sonrisa y posando para los fotógrafos. Añadió además un peculiar caminar, como queriendo destacar sus llamativos zapatos de color rosa que lucía pocos días después del Día Mundial Contra el Cáncer de Mama, el pasado 19 de octubre.
Muy aplaudida fue también la llegada de Nuria Espert (Artes) y de Javier Gómez Noya (Deportes), al igual que el Premio de Investigación Científica y Técnica, el norteamericano Hugh Herr, quien llegó a la alfombra azul en pantalones cortos, con sus piernas biónicas al aire.
Todos los invitados fueron llegando uno a uno y prácticamente no se enteraron de la protesta que se vivía a pocos metros, en la Plaza de la Escandalera, donde un año más grupos antimonárquicós y críticos con la Fundación Princesa han vuelto a manifestarse. Un amplio dispositivo policial y la presencia de gaiteros entre ellos y la calle hacía prácticamente invisibles a los manifestantes, que protestaron siempre en un ambiente festivo y sin registrarse incidentes.
Integrantes de 25 bandas de gaitas y 10 grupos folclóricos de diferentes concejos y localidades del Principado de Asturias no dejaban de tocar en las calles de Oviedo, con motivo de la entrega de los Premios.
Pero los abucheos subieron de intensidad cuando llegaron al Teatro los Reyes de España y la Reina Sofía, quien había sufrido previamente un pequeño resbalón a la salida del Hotel Reconquista que, afortunadamente, no fue a mayores.
Tras el saludo del Alcalde de Oviedo, Wenceslao López, y del presidente de la Fundación, Matías Rodríguez Inciarte, entraron en el teatro, donde les esperaban en el hall el presidente de Asturias, Javier Fernández, la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, el ministro de Cultura en funciones, Íñigo Menéndez de Vigo, y la directora de la Fundación, Teresa Sanjurjo.
Doña Sofía se fue a su palco, desde donde, un año más, siguió muy atentamente la ceremonia, mientras que Don Felipe y Doña Letizia entraron dirigiéndose a la mesa presidencial, en medio de una gran ovación. Comenzaba así el acto.
El primero de los premiados en tomar la palabra fue el Premio de las Letras, el norteamericano Richard Ford, quien quiso dedicar a los asistentes unas palabras en español para afrontar todo su discurso en inglés en el que se ha referido a la situación política de su país, Estados Unidos. Ford ha pedido rescatar el valor de la palabra 'política' para que no acabe siendo un sinónimo de "egoísmo, cinismo, engaño y despropósito", como en su país.
El escritor se ha referido a problemas en el mundo actual que presentar desigualdades y abatimiento económico, ha propuesto "actos de imaginación" para hacer frente a cuestiones como la posibilidad de que Donald Trump acabe siendo presidente de su país.
También se esforzó con el castellano la Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, Mary Beard, con una breve intervención inicial, que culminó con una broma, cuando terminó y dijo que esa era todo su español, lo que provocó el aplauso del público y una sonrisa del Rey de España. Beard reivindicó en su discurso en la ceremonia de entrega de los premios la importancia de conocer la Historia para ser capaz de "pensar de forma histórica". En su opinión, no serlo hace que "seamos todos ciudadanos empobrecidos".
La galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Artes brilló en su intervención gracias a sus dotes interpretativas, que hizo que la ovacionara. Terminó su discurso utilizando la lengua catalana con un monólogo del 'Rey Lear' de William Shakespeare.
Tras escuchar a los premiados y después de que recogieran sus premios, se ocupó el Rey de España en pronunciar su discurso. Se ocupó en reivindicar la razón de ser de los Premios Princesa de Asturias, que nacieron "como un sentido acto de afirmación cívica de la cultura frente a la ignorancia". Dijo que nacieron también por un sentimiento de "amor profundo a Asturias y a toda España".
"Nacieron con el deseo de que el alma de esta tierra fuese un referente para todos. Nacieron con la voluntad de afirmar una España que, como dijo Unamuno, tiene que ser de brazos abiertos; una España alejada del pesimismo, del desencanto o del desaliento, fiel a su irrenunciable afán de vivir y orgullosa de lo que somos, de lo que junto hemos conseguido, que ha sido mucho y admirable; y seguros de nosotros mismos, porque un pueblo que quiera, respete y ampare la cultura nunca le temerá a su futuro", remarcó.
Una vez que terminó su discurso, la Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo interpretó el himno de Asturias y los galardonados abandonaron el escenario, dirigiéndose por el pasillo central hacia la puerta principal. Sin embargo uno de ellos tuvo que dar la vuelta. Fue el escritor Richard Ford, que se dio cuenta de que se marchaba sin su diploma. No dudó en correr para recuperarlo.
Posteriormente, y después de esa anécdota, tal y como sucede todos los años, el Rey declaró clausurado el acto y convocó los premios Princesa de Asturias 2017.