Ya lo señalábamos recientemente pero los hechos de las últimas semanas vienen confirmando que en efecto se está dando en la ciudad un repunte de inseguridad, que se manifiesta en una oleada de hechos delictivos, especialmente atracos, como el ocurrido este pasado fin de semana en un bar del barrio La Glorieta, por poner sólo un ejemplo de situaciones parecidas que se están dando y que han creado una cierta situación de alarma sobre la que hay que llamar la atención. Hay que esta alerta ante el nuevo escenario de la inseguridad, en primer lugar porque se están produciendo casos que son consecuencia de la crisis económica actual y que es fácil de entender; y no podemos olvidarnos tampoco de las consecuencias de la reconocida falta de agentes del orden en la calle y de los problemas internos laborales que han denunciado los sindicatos policiales. En definitiva en una ciudad que siempre ha sido considerada un paraíso de la seguridad nos podíamos permitir el lujo de poner a una menor dotación policial en la calle, pero en un momento en el que la nueva delincuencia ha hecho acto de presencia, por un lado, y siguen apareciendo circunstancias que son caldo de cultivo para las situaciones de inseguridad, hay que adoptar medidas para corregir el panorama al que estamos asistiendo y que francamente no nos gusta. Por desgracia ya no se puede seguir hablando de Jaén como un oasis de tranquilidad, en todo caso es posible que lo sea, al menos todavía, en comparación con otras ciudades o zonas, pero nos tiene que inquietar cómo se afronta el futuro de nuestra seguridad, más que nada para evitar que el problema se nos desborde. En cada momento hay que dar las respuestas que las circunstancias demanden y es claro que hoy, por diversas causas, toca tomar conciencia y ponerse a combatir de una manera contundente esta delincuencia que se nos ha colado en los últimos tiempos y que amenaza con extenderse.
Es de suponer que el Gobierno debe estar tomando nota de estas preocupaciones, pero a Jaén no nos ha llegado un mensaje de tranquilidad. Es un momento oportuno para que el trabajo policial, que nunca hemos puesto en entredicho, se vea acompañado de una mayor transparencia informativa que rompa la sensación de opacidad que estamos advirtiendo y que no es buena consejera; tampoco para el asunto que abordamos el problema es menor porque no se difunda en los medios, por el contrario puede crear mayor alarmismo. Y es momento para que, como siempre se ha intentado, nuestra Policía trabaje en colaboración con el movimiento vecinal, indispensable en cualquier estrategia. Más policías en la calle, la relación y coordinación entre Policía Nacional y Local y un estado permanente de vigía no serán la panacea, lo sabemos, pero pueden traer mucha eficacia y sobre todo una ciudad más segura, a la que ni podemos ni debemos renunciar.