Dos réplicas menores, pero de intensidad considerable, 3,6 y 4,7 grados en la escala de Richter, volvieron a sembrar hoy el pánico entre los vecinos de L'Aquila, la capital de Los Abruzos, que siguen esperando a la intermperie que el suelo deje de moverse para volver a lo que resta de sus casas e intentar recuperar sus cosas.
La incertidumbre que sigue presente en L'Aquila, adonde el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, volvió a desplazarse hoy para comprobar de primera mano el estado de las cosas, dificulta unas tareas de desescombro que ya en la pasada noche se vieron afectadas por la lluvia que cayó sobre la capital de Los Abruzos.
Después de la jornada de ayer, en la que el baile de cifras de muertos fue constante, Berlusconi se apresuró este martes a ofrecer un balance oficial de víctimas en una rueda de prensa en L'Aquila: 207 muertos, de los que diecisiete aún están sin identificar.
De entre los escombros a los que ha quedado reducida la capital han sido rescatados con vida 150 personas, 15 están desaparecidas y alrededor de un millar se encuentran heridos.
El Consulado español en Nápoles, que espera a que la Protección Civil italiana publique una lista con el nombre de las víctimas, continúa sin noticias del joven español Juan Fernando González Condón, quien debería encontrarse en la capital de Los Abruzos aunque no responde al teléfono.
Dada la excepcionalidad de la situación que vive la región central italiana, con un estado de emergencia decretado ayer por el Gobierno del país y con un suelo que no deja de temblar -de hecho lo viene haciendo desde hace unos meses-, el primer ministro aconsejó hoy a la población que no regrese a sus casas todavía.
"Son posibles otros temblores, por eso se da el mensaje a la población de no entrar en sus casas", dijo Berlusconi minutos después de que la tierra volviera a temblar en L'Aquila, el epicentro estos días de la tragedia humana que ha provocado el sismo de 5,8 grados en la escala de Richter.
En un país en el que poco a poco se va asumiendo la magnitud de la tragedia, que deja continuas imágenes en los medios de comunicación de cuerpos sin vida sacados de las ruinas de los edificios, también adquieren protagonismo los supervivientes, las historias de quienes consiguen salir vivos de entre los escombros.
Entre ellas figura María D'Antuono, quien a sus 98 años fue encontrada hoy con vida después de pasar treinta horas en su cama esperando a que alguien fuera a rescatarla a su casa de la localidad de Tempera.
Por el momento no han tenido tanta suerte los cuatro jóvenes desaparecidos en la Casa del Estudiante de L'Aquila, a los que los servicios de rescate seguirán buscando durante las próximas 48 horas, tiempo que, según el primer ministro, durarán unas tareas de desescombro para las que no es necesaria la ayuda internacional.
"Agradecemos a los países extranjeros su solidaridad, pero les invitamos a no enviar aquí sus ayudas. Estamos en disposición de responder solos a las exigencias, somos un pueblo valiente y de bienestar y se lo agradezco, pero nos bastamos por nosotros mismos", dijo el primer ministro, ante las muestras de solidaridad de la comunidad internacional.
El mandatario italiano se refirió además a la situación de los miles de evacuados que la pasada noche tuvieron que dormir al aire libre ante la imposibilidad de volver a sus casas y anunció la instalación de más tiendas de campaña para resguardarse de la lluvia que se espera caiga en las próximas horas.
Veinte nuevas instalaciones serán habilitadas, con 2.416 tiendas de campaña con capacidad para 14.500 personas y en las que se pondrán en funcionamiento además dieciséis cocinas de campaña para proporcionar comida caliente a los 17.000 evacuados que esta noche han pasado su noche más larga.
A la tragedia humana se suma también la artística, ya que edificios de alto valor cultural como la Fortaleza Española, la basílica de Santa María di Collemaggio o la catedral de L'Aquila, que contiene pinturas de los siglos XVII y XVIII, han sufrido graves desperfectos.