El obispo emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte, no cree que ETA entregue las armas antes de Navidad aunque ha descartado que vuelva a atentar: "La violencia terrorista de ETA ha llegado a un punto de no retorno, pero ello no significa que la paz entera esté lograda".
En declaraciones a Catalunya Ràdio recogidas por Europa Press, el que fue intermediario en el proceso de paz ha insistido en que no augura que vuelvan a las armas: "No son revelaciones del Espíritu Santo: las informaciones que yo pueda tener no hacen temer eso".
Ha afirmado que aún quedan "pasos importantes" pendientes de dar por parte de ETA --como el desarme y su disolución-- y del Gobierno central --como modificar su política penitenciaria--.
Ve en el proceso de paz una "situación de estancamiento y de deterioro", después de que las expectativas de ETA y la izquierda abertzale no se han cumplido, lo que les ha generado malestar.
CONTACTOS "DIRECTOS O INDIRECTOS"
Es pesimista respecto a los movimientos hacia el diálogo que pueda hacer el Gobierno central con la organización, aunque ha destacado la necesidad de establecer "contactos directos o indirectos".
"Sería necesario, porque es verdad que ETA tiene que dar unos pasos, y hay que ayudarle a darlos", según él, y ha defendido que el objeto del diálogo no debe tener ninguna dimensión política, sino sobre los presos, las víctimas y la gente que ha huido del territorio.
Sobre las víctimas, ha señalado que "son el rostro más desgarrador que ha quedado de los 50 años de confrontación", y, aunque admite que tienen derecho a una palabra cualificada, cree que no deben dictar la política penitenciaria ni las determinaciones de los jueces.
"Una vez cesada la violencia había espacio para hablar de todo, pero hoy no se abre este espacio, y es realmente sorpresivo", ha considerado Uriarte, que lo atribuye a la posición de un gobierno central que cuenta con una parte del propio PP que no quiere ninguna comunicación con ETA.
CONSULTA: CRÍTICA A TAMAYO
Sobre la consulta catalana, ha mostrado su distancia con el secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), José María Gil Tamayo, que la calificó de inadmisible e inmoral.
"Respeto otras formas de ver y de sentir y de pensar. Alguien puede sentirse en el deber de decirlo. Yo lo respeto. A mí ni me saldría decirlo".