Labios vaginales

Publicado: 12/10/2011
Los tiempos están cambiando, qué duda cabe, más cuando le explico a mi hija, de vuelta del colegio que mi abuela no sabía leer , ni escribir , porque era jornalera y no había escuelas para ellos y ella me predica-como si fuera lo peor de lo peor- con que por qué la suya no sabe conducir.


Es difícil explicarle a una niña de cinco años escasos, la evolución que ha pegado el mundo, los pasos que hemos dado las mujeres en él y cómo nos hemos quedado cojas al mirarnos- algunas veces -solo los labios que se esconden tras las bragas. Que mueren, mueren, como gotas de lluvia, cayendo, tras un cristal emponzoñado, a manos de asesinos malditos que matan, como los toreros, no importándoles cegarse o matarse a plazos , ellos también. Que son marginadas, tratadas como Reinas-esclavas, en países árabes ricos a hastiarse, como escoria, en África y en los burdeles a pie de carretera, como santas, en los atentados a los que las llevan con la cabeza hueca, como perras y como pavas, en cualquier lugar de la tierra y si nos marchásemos , seguro que allí donde fuéramos, también. Peleamos a manos llenas, nos quejamos a boca cierta, cambiamos , por necesidad, cuando nacemos y nos ponemos , como los gatos, de pie, para encontrar nuestro sitio, pero la estética se impone, porque la dirigen los que no tienen sexo y que quieren gente perfecta, mujeres perfectas, que no engordan porque comen barro y que no bizquean, aunque no paren de llorar.

Ahora el mundo nos exige hasta tener los labios vaginales perfectos porque nos han dado el consabido sexo y gozamos y cualquier escolar de secundaria, un poquillo avispado, sabe dónde está el clítoris y te lo puede hasta señalar y decir cómo se puede usar, las chicas se besan abiertamente en los pasillos de los institutos y nadie se escandaliza demasiado, pero la estética sigue viva y nos puede como antaño cuando las fajas de culo de vaso y los sostenes represores o los dolorosos corsés, estaban a su máximo rendimiento.

Reestructuramos nuestro sexo, nuestra vagina y nuestros labios vaginales, nos acostamos con quien nos da la gana, reconstruimos nuestro rostro y nos lo partimos para encontrar trabajo , pero nos atiborramos de comer o nos matamos en dietas milagro, porque en el fondo no somos nada que no sea carcasa y pompa para mayor gloria de lo que se ve, y no habrá crema lo suficientemente cara u operación que nos prometa reivindicar una gloriosa longevidad , para no procurárnosla con sudor y labia, que para eso otras nos allanaron el camino y bebieron bilis y las mujeres inteligentes como mi abuela, trabajaron en los campos y aguantaron el sol a sol, para que nosotras vayamos cómodas en nuestros coches y nuestras vidas y se nos olvide al compas del viento en el pelo, que estamos aquí por algo, que seguimos cojeando del mismo pie, porque como el diablo del cuento, cuando se nos olvide nos quedaremos, mirando a través del velo, que nos quieran vender.

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