En el desastre ocurrido en Valencia, parece evidente que los políticos autonómicos y del Gobierno de España han fallado a la ciudadanía, desempeñando una gestión nefasta por la que muchos deberían dimitir. Pero también es evidente que, aunque ambas actuaciones hayan sido perjudiciales, ética y moralmente no pueden categorizarse de la misma manera, me explico:
Para que nos entendamos, no es lo mismo ser negligente a la hora de advertir sobre una posible catástrofe que, de manera intencionada, no ayudar a las víctimas ocasionadas
Los despropósitos acontecidos a la hora de alertar del peligro a los ciudadanos merecen las críticas más duras y las consecuencias legales que procedan, teniendo en cuenta las actuaciones y los contextos en que se produjeron. De hecho, son negligencias difíciles de justificar y sobre las cuales se deberían depurar responsabilidades políticas y legales. Por otro lado, lo ocurrido después de producirse la catástrofe trasciende lo negligente y solo podría explicarse como una actuación de carácter exclusivamente político emprendida por el Gobierno de España y su partido para, con toda probabilidad, perjudicar al partido que gobierna la Autonomía Valenciana. Los que leyeron mi anterior columna saben cuál es mi opinión sobre esta manera de obtener réditos políticos.
Para que nos entendamos, no es lo mismo ser negligente a la hora de advertir sobre una posible catástrofe que, de manera intencionada, no ayudar a las víctimas ocasionadas. Se pongan como se pongan lo segundo constituye una omisión de auxilio que dejaba a miles de ciudadanos a su suerte, por mucho que se trate de maquillarlo enviando ayuda tarde y con cuentagotas. Esta actuación sería prácticamente un crimen en toda regla y demuestra que no les importamos lo más mínimo a quienes nos gobiernan que, de manera mezquina, solo miran por sus propios intereses.
Los políticos y otras personas capaces de influir en la sociedad han creado rebaños de ciudadanos que han metido en corrales cuyas vallas sirven para imponerles relatos que benefician a ellos. Pero esta vez se han pasado de la raya con su actuación y están aterrorizados porque el relato que han elaborado para encubrirla hace aguas por todas partes. El Gobierno ha intentado desviar la atención amparándose en la negligencia del adversario político (que la hubo); acusando a la “ultraderecha” de estar detrás de las lógicas protestas de ciudadanos que han perdido bienes materiales, familiares y amigos; ocultando el papel de la Ministra para la Transición Ecológica y la Confederación Hidrográfica del Júcar, que no avisaron de manera clara de lo que se venía y no comunicaron a los pueblos afectados el brutal desembalse de agua de la presa de Forata (era necesario) que causó un auténtico tsunami que contribuyó a la catastrófica inundación; e intentando silenciar a los que explican la realidad desde las redes sociales, acusándoles de lanzar bulos y jaqueándoles sus cuentas para que no puedan expresarse.
Espero que la reacción del pueblo solo esté comenzando. Fuerza y salud. n
El Puerto
Se han pasado de la raya
Artículo de opinión del Dr. Antonio Monclova Bohórquez, de El Puerto
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