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El jardín de Bomarzo

El séptimo pecado

Inaugurado 2015, cuando el papelillo multicolor de la reciente fiesta aún resiste entre el empedrado, truena con estruendo la traca política porque todo el mundo se ha puesto a ello al mismo tiempo sabiendo que este año es crucial

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“En política se puede hacer de todo menos el ridículo”. Josep Tarradellas.

Inaugurado 2015, cuando el papelillo multicolor de la reciente fiesta aún resiste entre el empedrado, truena con estruendo la traca política porque todo el mundo se ha puesto a ello al mismo tiempo sabiendo que este año es crucial y que, electoralmente, será de los más complejos por cuanto nadie se vio en medio de una tormenta perfecta como la actual y cuyo desenlace podría derivar en azulada calma, chubasco moderado o huracán.

Andalucía. El anuncio de Diego Valderas de visitar los campos saharauis, de Antonio Maíllo de hacer un referéndum en junio para que su asamblearia formación decida si continuar o no con el pacto en la Junta y la negativa de Susana Díaz a ambas cosas ha instalado la tensión no solo en el ejecutivo andaluz sino en todo el ambiente político de la comunidad, que para su desgracia vive hoy pendiente de este circo político en vez de ponerse a laborar en la búsqueda de aquello que mejora la vida de los ciudadanos y que, en definitiva, es lo único que a todos debería ocupar y no este permanente e infantil chiste de intrigas, amenazas y amagos. Que Valderas vaya o no a los campos saharauis y en calidad de qué lo haga o que IU consulte internamente su estrategia política es algo que a los andaluces les importa un bledo, pero faltos de asuntos de mayor calado toca hablar de cosas estériles. Aunque la intención es otra, forzar.

Susana Díaz ha puesto contra las cuerdas a su socio diciéndole lo que debe hacer y amenazándole con echarle del gobierno e, incluso, con adelantar elecciones, lo cual, en principio, no parece beneficiar ahora a ninguno de los dos. A IU, porque vive su peor momento con el auge de Podéis, pero el PSOE-A tampoco disfruta de holgado margen electoral y Díaz podría cosechar una victoria por escaso margen que emborrone el efecto Susana, a lo cual habría que añadir un reparto parlamentario posterior dividido donde estaría un PP nuevo, Podéis, Maíllo y, entre todos, una difícil confección de gobierno para los próximos años. IU puede pensarse lo de visitar los campos saharauis, pero en ningún caso dar marcha atrás en su anunciada consulta interna porque eso sería como asumir públicamente que en la formación de izquierdas manda Susana Díaz y Antonio Maíllo jamás se tragará ese sapo. Ante lo cual, el pacto está roto, solo falta  saber cuándo, cómo, si tras ello habrá adelanto electoral, en ese caso para cuándo, y si la ruptura se pactará para no cerrar todas las puertas de futuro o la presidenta se deja llevar por un arrebato. A Valderas, según el día, le ha costado que Díaz le coja el teléfono, quien aconsejada por su entorno le ha evitado porque igual no se controlaba y le mandaba bastante más allá del tan citado Sáhara. Tras ello abrió un periodo de reflexión interno en el cual se comentaba por todos bajito que la posibilidad de ruptura y adelanto “se está estudiando…”.

¿Qué pasará? Unos dicen que puede dejarse llevar por ese ímpetu suyo y romper para convocar ya junto a municipales; extraño, para ello tendría que tener un extenso margen electoral con el que no cuenta e ir a urnas en municipales, donde el PP se defiende mejor y en un momento de absoluto auge de Podéis, sería aventurarse demasiado, lo cual no es la idea habitual que emana de la extensa asesoría que la rodea -el último sondeo interno del PP ofrece en intención directa un 30% a PSOE, 28,1 a PP, 17 a Podéis, 5 a IU y 19,9 a Otros...-. Podría hacerlas coincidir en septiembre con catalanas y, seguramente, ganar unos puntos de ventaja abrazándose a la unidad nacional, contra el independentismo y evitando en lo posible el debate sobre Andalucía, que a niveles de gestión es, por evidentes razones, incómodo; hay que añadir la enorme posibilidad de que Alaya impute a Chaves y Griñán y esto se convierta en una nueva pesada losa en la mochila donde el PSOE-A guarda su discurso político. Podría hacerlas coincidir con generales y enfrentarse así a Rajoy en noviembre o podría esperar, forzar la salida de IU y quedarse a gobernar en solitario, seguir preparando su asalto a Madrid, que es el gran objetivo personal y para lo cual un resultado mediocre nacional, como previsible es, en municipales del PSOE dañaría y mucho la inconsistente figura del hidalgo Pedro Sánchez y, con los apoyos que ya tiene, asaltar el liderazgo nacional sin haber pasado por la urna andaluza. Porque, por otra parte, es difícilmente vendible presentarse en Andalucía para, solo unos meses después, coger el AVE.

Salvo que el sondeo que estos días está haciendo el PSOE en Andalucía le asegure estar muy por encima de todos, cosa extraña por otra parte, lo razonable es romper ya con IU, -hacer las paces otra vez parece poco serio-, y aguardar acontecimientos en minoría; IU no se irá del gobierno hasta que les echen porque prefieren que la explicación de la ruptura la tenga que dar el PSOE, que ha de ser creíble, y porque, dicen con sorna en el PSOE, la nómina de la Junta cobija “a 200 camaradas” y, eso, pesa lo suyo. En todo caso, y como decía Tarradellas, en política se puede hacer de todo menos el ridículo porque, hacerlo, te disuelve como azucarillo en té, pudiendo resultar el hecho tan dañino como dejarse llevar por alguno de los pescados capitales.

El séptimo pecado. Se la puede definir como la creencia de que lo que uno posee es superior a lo del otro, que se es capaz siempre de superar lo que digan o hagan los demás, creyéndose apto de hacer cualquier cosa por encima de ellos e incluso de las circunstancias y de sus propias capacidades; personas que piensan que los demás no tienen valores comparables a los suyos. En teología, uno de los siete pecados capitales, que son: lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y soberbia.

bomarzo@publicacionesdelsur.net

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