Atrás queda una larga agonía. La que han vivido durante la repatriación del cadáver todos los familiares de la joven antequerana desde que falleció hace una semana en Zambia tras ser atacada por una estampida de elefantes en un safari.
“Mirad las fotos de mi niña con sus negritos. Era una persona buenísima”, detallaba con un sonrisa en la cara y con lágrimas en los ojos la madre de la joven fallecida, Pilar Gómez, quien minutos antes de la llegada del cuerpo al tanatorio mostraba a amigos cercanos y a periodistas algunas de las instantáneas que reflejaban las aventuras de Laura por tierras africanas.
En el sepelio, muchas caras jóvenes. Muchos amigos en la despedida de una mujer que murió haciendo lo que más le gustaba: viajar por África ayudando a los más necesitados. “Por fin descansa en paz”, comentaba una vecina del barrio de Los Remedios a la entrada del tanatorio. El barrio que vio crecer a los dos hijas de Manuel y Pilar, y que ahora no ha dudado en acompañar a esta familia durante el último adiós de Laura.
El velatorio se prolongó durante algo más de cuarenta y cinco minutos. Desde el tanatorio de la Soledad, ubicado a la entrada de Antequera, junto al cementerio municipal, salió el coche fúnebre en dirección a la iglesia conventual de Belén.
Una comitiva a pie, encabezada por la hermana de Laura y su pareja, junto a los padres de la joven, siguió el coche durante los escasos metros que separan el tanatorio de la iglesia. Ya en el templo, más de trescientas personas asistieron al último adiós de una chica muy querida en la ciudad, de la que todos resaltaban su carácter cariñoso y amable con los demás.
“Los padres están muy agradecidos con el trabajo de los medios. Quién sabe si Laura no hubiera tardado más en llegar a Antequera si no se hace publicidad y se insiste a las administraciones a través de vosotros”, detalló a la salida del funeral un portavoz de la familia, Rafael Berdún, quien aclaró que en ningún momento se procedió a la apertura de la caja fúnebre por parte de los familiares de la joven.
A la salida de la iglesia se vivieron los momentos más tensos. Parecía que ya sí que no había retorno. La hermana de Laura hizo el amago de echarse sobre el féretro, pero su pareja la agarró con fuerza de la mano para evitarle ese dolor. “Estoy bien, estoy bien, de verdad”, no paraba de repetir en todo momento Pilar, acompañada por su madre, que no podía contener las lágrimas por su hija fallecida.
La incineración del cadáver tuvo lugar a las siete de la tarde en el crematorio ubicado junto a la colonia de Santa Ana. Laura descansa en paz.