La Junta de Andalucía ayuda en diez pisos a sesenta chicas que fueron tuteladas en centros de menores pero que al cumplir la mayoría de edad se convierten en posibles víctimas de violencia de género y de trata, una de las cuales admite que sin esa protección "podría estar en la calle".
"No tengo papeles para trabajar, en cualquier momento me podía ir a la calle, como le ocurre a otras personas", explica a Efe la joven marroquí, de 20 años y que llegó hace dos veranos a las costas andaluzas en patera.
Los responsables del programa piden que no se le identifique para evitar que sea controlada por las mafias que en algunos casos le ayudaron a llegar a España, apunta Alicia Núñez, la jefa de servicio de los centros de protección de menores de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación.
"Si las ven solas es muy fácil que sean captadas por redes de trata, bien porque han venido con las mafias o porque las captan cuando están en España. Con estos recursos, lo que pretendemos es que ninguna chica se quede sin esta ayuda y esta protección", añade Núñez.
La chica que llegó en patera está matriculada para un grado superior de comercio internacional y afirma que en cinco años se ve con un empleo, "muy trabajadora", precisa, y volviendo a Marruecos pero solo de vacaciones para visitar a su familia, que no pudo pagarle los estudios en su país y por lo que decidió salir en patera.
Cuando llegó a Algeciras (Cádiz) fue destinada a un centro de menores en Cádiz y luego a uno de Sevilla para mujeres maltratadas, tras lo cual ha ingresado en el piso específico para posibles víctimas de violencia de género y de trata, donde, entre otras cuestiones, le han ayudado al proceso de matrícula del grado superior.
Mientras habla con la prensa delante de las responsables del piso y de algunas de sus compañeras y dice la edad todas les recuerdan que es la mayor, "y la más lista", apostilla ella provocando las risas del grupo antes de admitir que tenía "miedo" a quedarse en la calle sin opción de trabajar.
La responsable del programa subraya que cuando cumplen 18 años, "las chicas son mucho más vulnerables a situaciones de violencia de género o de redes de trata si no tienen este acompañamiento".
"Es difícil detectar a las chicas que son víctimas, tienen mucho miedo, no lo dicen porque a veces sus familias están amenazadas y si lo revelan pueden tener problemas. Por eso consideramos que todas ellas son vulnerables y potenciales víctimas de trata, con independencia de identificarlas para darles protección internacional", añade la jefa de servicio de los centros de menores.
En los diez pisos que hay en Andalucía para atender a las 60 chicas, donde pueden estar hasta los 25 años, hay una educadora social y una orientadora sociolaboral, quienes les acompañan en el día a día, con la supervisión de las tareas cotidianas de una casa y distintas actividades y talleres.
También les elaboran un itinerario personalizado para conseguir su inserción laboral, que suele ser en la hostelería y la peluquería, afirma Araceli Fernández, educadora social de uno de los pisos, ubicado en Sevilla y gestionado por la Asociación Andaluza de Centros Católicos de Ayuda al Menor (ACCAM).
Los profesionales de estos pisos reciben cursos específicos a través de ACNUR para que sepan detectar casos de posibles víctimas de tratas y controlen las llamadas que reciban las chicas de "personas extrañas" o de "coches sospechosos merodeando" por la zona.
Otra chica, una marroquí de 18 años que también llegó a España en patera, asegura que le "encanta" vivir en el piso y que su día a día se centra en hacer las tareas de la casa y, a partir de septiembre, en estudiar la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) para trabajar en una labor relacionada con la integración social.
Originaria de Beni Mellal, igual que se compañera, lamenta que en su país la vida "es muy difícil" si no se tiene dinero, motivo por el que se fue en patera sin ningún familiar.
MAYORÍA DE EDAD
Los pisos en toda Andalucía para posibles víctimas de violencia de género y de trata, que se abrieron hace dos años, tienen un presupuesto anual de 900.000 euros financiados con el Pacto de Estado para prevenir esos delitos, y el próximo año aumentará las plazas de sesenta a ochenta, según la Junta.
Estos pisos se incluyen en el programa +18 que la Junta inició en 1998 para atender a los menores tutelados una vez que alcanzaban la mayoría de edad y lograban oficialmente la "emancipación y plena independencia".
"Pero la realidad es muy distinta, nadie con 18 años puede valerse solo si no tiene un acompañamiento, familia o redes sociales de apoyo. Es complicadísimo" y más para las chicas que para los chicos, subraya Alicia Núñez, quien se congratula de que el programa ha pasado en 2018 de ofertar 215 plazas de "alta intensidad" (que incluyen manutención y residencia) a 830 este año.
Poco antes de salir los periodistas del piso, una tercera chica de 18 años que lleva en centros de protección desde los tres años recibe una llamada y anuncia emocionada: "¡Me han contratado de teleoperadora!", lo que provoca la emoción de sus compañeras y de las responsables del piso.