Es verdad que afectó a Madrid de forma importante y como no había sucedido desde hacía cincuenta años, pero siempre queda la duda de si se le dio tamaña cobertura mediática y como verdadero problema de Estado porque era en Madrid. No es una crítica al tratamiento que ha tenido esta crisis meteorológica -que ha sido absoluto y más que justificado- sino al que no tienen cuando se producen en otras zonas de España, como la borrasca Gloria. En el fondo late el sempiterno problema de las comunicaciones y transportes radiales y del centralismo de los grandes medios de comunicación. Sucede lo mismo que con la crispación. Madrid impone la pelea y todos ¡a pelear! sin motivo ni razón. El autor de La Rebelión de las Masas escribió una serie de artículos recopilados con el título de La Redención de las Provincias y la Decencia Nacional en el que criticaba el clientelismo y el caciquismo en la España previa a la II República y que debía dar paso a una descentralización administrativa, dando mayor poder a las provincias, “siendo preciso- decía Ortega y Gasset- superar el provincianismo y sustituirlo por el provincialismo”.
El provincianismo no ha desaparecido, sino que se ha extendido y el provincialismo -que fue “inventado”- ha sido sustituido por las comunidades autónomas. Pero hay una portezuela abierta al pasado: la autonomías uniprovinciales, ¿qué son sino lo irresistible del provincianismo? Cuando se dice que Madrid es más España que España misma ¿no es la entronización del provincianismo? Lo mismo sucede con Barcelona cuando los grandes escritores que allí florecieron en los años 70 y 80 echan de menos su talante cosmopolita y su conversión en un localismo rampante, se llame provincianismo o la advocación que se prefiera, ¿no están criticando lo mismo?.
Lo de “Teruel existe” es un fenómeno distinto. Es la consecuencia de lo anterior. Cuando se hace evidente en la España vaciada o deprimida que el particularísimo es recompensado por el Estado por la imperiosa necesidad de sacar adelante los grandes retos de un país, como la investidura o los presupuestos, con el desistimiento de los partidos nacionales, surgen los pequeños partidos “necesarios”, porque sin ellos no es posible cumplir con los objetivos fijados en cualquier sistema de poder: alcanzar el gobierno y gobernar apoyados en una mayoría parlamentaria. Todos terminaremos en Teruel.