El pasado domingo 16 de febrero de 2020, en Casa Sefarad, Córdoba, representada por Sebastián de la Obra, nos reunimos un grupo de colectivos y personas a las que nos preocupa la puesta en valor del legado material hispanojudío y judeoespañol o la promoción del conocimiento de la historia judía española, entre otros. Este encuentro, auspiciado por la Asociación Mem Guímel, de Melilla, representada por Mordejay Guanich, contó con representantes de Almería (Carmelo López), Ceuta (Moisés Gavizón), Granada (Instituto Darom - Francisco Jiménez), Jaén (IUVENTA - Rafael Cámara), Lucena (Bet Alfasí - Francisco Carrasco), Málaga (Moisés Hayon), Rota (Yehudá Haleví - Asunción Ríos) y Ricardo González, representante en Madrid, además de Rachel Peled, colaboradora y asesora.
Todos firmamos un Acuerdo-Marco de colaboración, que permitirá establecer cauces para la realización en común de actividades de divulgación, formación y/o investigación en torno a la cultura e historia hispanojudía y sefardí, actos de memoria del Holocausto y la creación de vínculos con diferentes comunidades judías, entre otros objetivos.
El encuentro tuvo algo de mágico. Experiencias variadas, procedencias diversas, convicciones personales diferentes... pero todos interesados en la promoción y difusión de la cultura judía-sefardí en nuestros territorios, recuperando, en cierto modo, desde la propia ciudadanía, un destello del esplendor de esa España Judía que tuvo en Córdoba, siendo capital del califato, el origen de una luz de sapiencia y esplendor del que aún nos enorgullecemos las almas de buena voluntad. Luz que tiene entre sus topónimos un nombre repleto de sentimientos y valores inmateriales: Sefarad. Ese fue el motivo de escoger la Córdoba de las Tres Culturas (que són más en realidad) para nuestro primer encuentro.
El camino apenas se inicia y nos queda mucho por concretar pero, cómo decía antes, esa magia que me pareció respirar, auspiciada por el sentimiento común que nos ha llevado a reunirnos, puede ser el combustible que nos lleve a crecer como grupo, en la ilusión de que unidos somos más fuertes y de que, juntos, podemos colaborar en el resurgir de una parte de nuestra identidad histórica colectiva que todavía tiene serias lagunas en diferentes facetas y espacios de nuestro país. De momento he de expresar mi orgullo de que esta realidad social haya nacido al Sur de Sefarad.