Cádiz, por su clima y su latitud cuenta a lo largo del año con un número considerable de horas de sol, por lo que automáticamente se convierte en una zona de riesgo. Otro factor que determina mayor o menor peligro es el fototipo de las personas. Miguel Ángel Romero, secretario de la sección andaluza de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) explicó que el fototipo más bajo, el número uno, corresponde a los albinos, personas que no producen melanina y que la mínima exposición al sol les produce quemaduras. En el extremo opuesto están las personas de raza negra, que tienen el fototipo seis, donde los casos de cáncer de piel son raros. “Aquí en España lo normal son los fototipos tres y cuatro, personas que se broncean con el sol, pero que la exposición prolongada les causa quemaduras”, añadió.
Romero incidió en que se debe evitar exponerse al sol entre las 13.00 y las 17.00 horas, por ser el periodo de mayor incidencia de sus rayos. “Hay que salir de casa con un filtro de al menos factor 30 puesto y renovar la aplicación cada tres horas o si se practica el baño o se suda. Es muy importante la protección rigurosa de los niños, que deben ir con gorro y camiseta, ya que la piel aún no ha desarrollado bien los mecanismos defensivos contra el daño solar”, apuntó Romero.
Hay dos grupos de cáncer de piel, por un lado los no melanomas, que a su vez se dividen en carcinoma espinocelular y basocelular, que son los tipos de cáncer más frecuentes y que detectados y estirpados a tiempo se curan al cien por cien.
El otro grupo son los melanomas, cuya forma más frecuente es la aparición de un lunar o peca distinto al resto que se tiene. Sus bordes son irregulares, tienen distintos tonos de color y su diámetro es superior a los 6 milímetros. “En los hombres aparece con más frecuencia en la espalda y en las mujeres en brazos y piernas. El pico de mayor incidencia está entre los 30 y los 50 años y si no se cura a tiempo puede causar metástasis”, apuntó Romero.
Por tanto, los dermatólogos resaltan la importancia de seguir el protocolo de protección desde la infancia y ante la aparición o cambio de color de un nuevo lunar, acurdir al especialista.
Igualmente se recomienda que cada persona se haga un examen de lunares al año, sobre todo las personas con piel clara a las que les aparecen con más frecuencia.