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El ojo de la aguja

Manuel Gómez Marín

con el que todavía, a pesar del discurrir del tiempo, mantengo una de esas amistades que, a pesar de que nos veamos poco, está y permanece arraigada

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A lo largo de mi andadura periodística desde los inicios en el vetusto diario Odiel del Movimiento, cuando andaba estudiando el bachiller en el Colegio Francés de madame Ivonne Cazenave, junto a compañeros como los hermanos Summers (con el humorista y el cineasta), hijos del entonces gobernador de Huelva, ya en Odiel hacía las prácticas informativas Jesús Hermida, Enrique Seijas Muñoz, Vicente Parra Roldán, Vicente Quiroga, que estaba en la Cope, y el más joven quizás de todos, Manuel Gómez Marín entre otros, con el que todavía, a pesar del discurrir del tiempo, mantengo una de esas amistades que, a pesar de que nos veamos poco, está y permanece arraigada desde lo más profundo.
Manuel Gómez Marín nació en la acogedora y bella localidad onubense de Gibraleón, donde mira por donde, que Marín me lo recuerda muchas veces con sorna: “Tus dos hijas viviendo en  Gibraleón y yo en Huelva”. Pues bien, Manolo Gómez Marín, tras el cierre del antiguo Odiel, pasó a trabajar a Hacienda, como tantos otros compañeros que fueron recolocados, pero aún así, jamás dejó de ejercer la pasión de su vida, el periodismo, de tal manera que como columnista, una de sus mejores habilidades comunicativas, estuvo colaborando en el periódico La Noticia, también desaparecido, para más tarde formar parte de la delegación de ABC en Huelva capital con otro buen periodista de Valverde del Camino, Pepe Cejudo, que en la actualidad está establecido definitivamente en Sevilla, y con el que también coincidí cuando salió a luz Huelva Información en agosto de 1983.
Tras el paso de Manolo Gómez Marín, que nada tiene que ver con el también periodista y tertuliano político, José Antonio Gómez Marín, hermano del amigo y analista, Nicolás Gómez Marín, resulta que Manuel Gómez Marín y yo nos encontramos de nuevo en otro periódico, Odiel Información, él con la esgrima de sus columnas alusivas mayormente al Recreativo de Huelva y a otros deportes; por mi parte repartía mis tareas entre el flamenco, salas de prensa del Recreativo, artículos y reportajes. Manuel Gómez Marín sigue hoy día en su trabajo habitual, como administrativo de la Hacienda Pública, pero continúa con ese dime y direte del gusanillo de la prensa, que lo lleva a gala como si estuviese empezando de nuevo, recuerda todo, de pe a pa, jugadores, vivencias, anécdotas y todo tipo de curiosidades  que le afloran a bote pronto, como si las hubiese vivido minutos antes. 
Con esto de tratar de mantenerse en forma, de quemar las calorías, esas que le producen cuando va de cuando en cuando a Gibraleón en la época del mosto con el aderezo de los buenos embutidos caseros de la famosas tabernas del pueblo, con él nos hemos tropezado por la Avenida de Andalucía (Avenida del colesterol),  una y otra vez. Los amigos, los de verdad, Manolo, no se olvidan. n

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