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La tribuna de El Puerto

El dilema del conflicto

Durante años se han confundido muchos términos que se utilizan diariamente en el mundo en el que nos movemos. Conceptos que, como ya afirmaba Platón, es el ser humano el que otorga el significado, en la mayoría de los casos, a su antojo total.

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Durante años se han confundido muchos términos que se utilizan diariamente en el mundo en el que nos movemos. Conceptos que, como ya afirmaba Platón, es el ser humano el que otorga el significado, en la mayoría de los casos, a su antojo total.

Desde hace tanto tiempo que, ni siquiera mi mente puede alcanzar a ver, he conocido la palabra conflicto como esa situación crispante y polémica en la que se sufre y se pierde, porque un individuo se enfrenta a las ideas del otro. Y por lo visto esto nunca puede acabar bien. Incluso existe, en el vocabulario escolar y de a pie de calle, la mala costumbre de nombrar a ciertos sectores de la sociedad como conflictivos… y este no es un buen camino para entender el contexto de las personas que, al fin y al cabo, sufren.

Lo importante ahora, en un siglo donde todo está cambiando a una velocidad atroz, es la ‘nueva’ concepción de este término que siempre estuvo ahí, a nuestro alcance, para sacar provecho más que para desagradar a las personas que lo viven.

Un conflicto señores, lleva años siendo considerado como algo negativo, diccionarios oficiales de todo el mundo lo abordan como algo que hay que evitar, una circunstancia que hay que eliminar para alcanzar la paz. Y este es uno de los principales problemas, creer que la tranquilidad y la paz no conllevan ningún tipo de conflicto.

Las disputas, discusiones… los conflictos son una inmensa fuente de aprendizaje. Son la posibilidad de exponer argumentos y tener la oportunidad de afianzarlos gracias a la interacción con otros. Porque no es cuestión de imponer o tener la verdad absoluta. Ni tú ni yo pensamos igual, y no lo pretendo.

Disfrutar del diálogo de dos o más personas, cada una de su padre y de su madre, que pueden lograr engrandecer tu opinión, tu punto de vista, tu manera de entender la realidad. Esto, en mi humilde opinión, no tiene precio. Es una pena que se entiendan algunos conceptos con cierta mirada negativa cuando lo más sencillo y eficaz sería rendirse ante lo evidente y aprovechar el debate para aprender y mejorar.

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