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Sábado 29/06/2024  

?Me queda el orgullo de haber abanderado el cambio político?

Recuerda que el nivel de exigencia del ciudadano era muy elevado porque en 40 años no había expresado sus quejas

  • Jesús Ruiz Fernández fue el primer alcalde democrático de Arcos y presidente de la Diputación de Cádiz. -
El 3 de abril  de 1979, acaban de cumplirse 30 años,  tuvieron lugar las primeras elecciones a los ayuntamiento democráticos españoles. El alcalde de aquella época y años más tarde presidente de Diputación, el arcense Jesús Ruiz Fernández, recuerda aquella etapa con la lógica nostalgia pero también con un espíritu crítico fruto, sin duda, de la capacidad de expresarse que la democracia ha dado a éste, nuestro país.

Tiempos de esperanza, pero también tiempos difíciles...
—Un tiempo apasionante para todos los que nos decantábamos por la vida pública. Sabíamos que aportábamos nuestro granito de arena en la consolidación de un sistema democrático en nuestro país. Las elecciones municipales son tan importantes como que, cuando se hizo la transición, se temía por parte de los grupos más conservadores que ocurriera algo  parecido a lo de 1931, cuando a raíz de unas elecciones municipales se instauró la república. Por tanto, el proceso electoral se alargó en el tiempo todo lo que se pudo por el gobierno de la época. Los ayuntamientos seguían en muchos casos regidos por personas que ya estaban antes, lo cual no quiere decir que fueran dictadores. Aunque no sea mi espíritu criticar, se trataba en algunos casos de personas vinculadas al régimen anterior. Que se celebraran elecciones municipales motivó una enorme ilusión. Tal fue así que la participación fue muy elevada, aunque no tanto como en las elecciones generales. En Arcos se dio la circunstancia de que el PSOE y el Partido Comunista (PCE) se distanciaron tan sólo 400 votos, con lo que ambos accedieron al Pleno. Como consecuencia del pacto de ambos partidos a nivel estatal, fui investido como alcalde con 19 votos de los 21 concejales electos. Así, iniciamos una etapa desde cero.
¿Cómo fueron aquellos años en el Ayuntamiento?
—Tenía entonces 30 años de edad recién cumplidos. Particularmente, no tenía ni idea lo que era un ayuntamiento. Mis compañeros concejales también eran personas muy jóvenes. Con muchísimas ganas y con afán de aprender y construir, construimos un ayuntamiento. Quiero destacar el consenso de aquellos tiempos, entre las personas que gobernábamos y las que no. La UCD de la época también tuvo responsabilidad en el Ayuntamiento; no en las áreas de mayor peso, pero sí en otras importantes, lo cual puso de manifiesto ese consenso al que me refiero.
El primer ayuntamiento democrático despertó unas expectativas de servicio importantes para el ciudadano...
—Seguro. La gente quería que se le atendiera constantemente. Personalmente, comenzaba a recibir visitas a las ocho de la mañana, y me daban las cuatro de la tarde y no había terminado. Había demandas y problemas de mucho tiempo. Los ciudadanos creían que se les resolvería en dos días, y eso era imposible. En Arcos había entonces problemas gravísimos de infraestructuras y servicios, y no es que los ayuntamientos anteriores no se hubieran preocupado, pero eran ayuntamientos menores de edad; es decir, absolutamente controlados por los gobernadores civiles, por el Ministerio de la Gobernación que equivaldría al actual Ministerio del Interior. Los alcaldes eran nombrados a dedo y estaban mediatizados, sin apenas recursos. Fue a partir de 1979 cuando los ayuntamientos empezaron a acometer iniciativas que hoy día nos parecen normales, pero que entonces  eran auténticos inventos. Como ejemplo, montar el área de servicios sociales en el Ayuntamiento, ya que entonces nada más que existía la beneficencia. Montar el área de Cultura... Hasta entonces, salvo algún acto aislado, no había  organismo que pusiera en marcha actividades y eventos. Lo mismo con el área de Deportes y otras delegaciones. Existía un polideportivo al aire libre que no funcionaba por un problema de conexión eléctrica. Fue una de nuestras primeras tareas. Nos costó mucho la obra del juzgado que ahora ocupan los servicios urbanísticos del Ayuntamiento, ya que el edificio estaba en muy mal estado y el Gobierno central quería trasladar los juzgados a otra ciudad. El Ayuntamiento se tuvo que meter en un préstamo que no llegó a los 30 millones de pesetas, que era muchísimo dinero. Los técnicos del Ayuntamiento nos ponían todo tipo de trabas, porque no les cabía en la cabeza que aquella obra podía ser competencia municipal.
Qué de anécdotas...
—Hoy día puede provocar cierto escándalo social que los funcionarios no cobren su nómina a tiempo. Antes era lo normal; es decir, que cobraran el día 19, el 20... No se me olvidará las colas que se formaban en el despacho de trabajadores del servicio de limpieza viaria que querían cobrar porque estaban libres en esos momentos. Los ayuntamientos atravesaron muy malos momentos económicos. Hoy también.
Las competencias no estaban transferidas y no había medios... Hoy día el debate de la financiación municipal continúa abierto...
—Es una asignatura pendiente. Lo he dicho en muchos ámbitos con absoluta franqueza: hasta ahora se ha considerado a los ayuntamientos como si no fueran un elemento esencial de un sistema democrático; es más, creo incluso que se ha abusado de los ayuntamientos no concediéndoles financiación y competencias. Cualquier institución superior monta un programa y le pone el caramelo al ayuntamiento. Un ejemplo, se aprueba la creación de centros de atención al drogodependiente, pero el ayuntamiento es el que acaba poniendo los medios, lo cual va esquilmando los escasos recursos municipales. Cuando llegué a la Alcaldía en 1979 no existía el fondo que da el Estado a los ayuntamientos, lo cual supone al año varios cientos de millones de pesetas.
¿Cómo llevaba entonces eso de ser alcalde?
—En cierto modo mal, ya que los ciudadanos se te dirigían personalmente, ya que no había intermediarios hasta que se crearon los servicios sociales. El ciudadano que ese día no podía comer, o que le cortaban la luz por falta de pago, acudía directamente al alcalde o a algún concejal exigiéndole una solución.
Recuerda el tremendo problema de falta de viviendas en Arcos...
—Hoy día, dándonos un paseo por el casco antiguo no podemos imaginarnos la cantidad de personas que vivía allí. Lo hacían hacinadas, varias familias en una sola casa, con cocinas y aseos compartidos, patios comunitarios, etc. Viviendas muy antiguas y deterioradas en las que se pagaban un alquiler relativamente alto. Aquellas personas demandaban una vivienda social. Así, gestionamos la construcción de la barriada Juan Carlos I cuyas obras empezaron exactamente en septiembre de 1979. Fue de las gestiones que mejor recuerdo. Era época de crisis y la empresa también paró las obras. Finalmente las viviendas se entregaron en 1984. Ello supuso un alivio importante, ya que se trataba de 240 viviendas. También se compraron viviendas en los bloques del Santiscal  para unas 54 familias. No obstante, esa medida enormemente social tuvo su lado negativo, ya que se despobló el casco antiguo. Hablamos de 300 familias.
¿Como resumiría aquella época?
—Había mucha exigencia porque en 40 años nadie había expresado sus quejas. Con el sistema democrático todos empezaron a plantear sus demandas. A eso se le añade que estaba todo el día recibiendo a ciudadanos. Por las tardes nos reuníamos los concejales para preparar los proyectos. Es decir, había que atender y al mismo tiempo responder. Fue una etapa ilusionante, bonita y estimulante para quienes creemos en el servicio público. Me queda el orgullo de haber abanderado el cambio político en mi ciudad. Una satisfacción eterna.

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