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Miércoles 15/05/2024  

Yerbabuena, sabor y aroma del mejor baile flamenco

El estreno de ?Lluvia? supuso un baño de éxito para la Compañía de Eva Yerbabuena, que bailó en plan maestra y ofreció una capacidad luminosa y creativa para concebir una obra de esa naturaleza tan mágica y encantadora...

  • El elenco de la compañía brilló a gran altura con una elegancia exquisita y con un duende flamenco magnífico. -
La noche tenía todos los visos de salir redonda, como al final resultó salir. Sin hipérboles –pues en una crítica sincera no cabrían–  justo es reconocer que Eva Yerbabuena ha realizado un trabajo fabuloso. Concibe los ritmos del espectáculo como pocas artistas, posee una imaginación desbordante a la hora de plantear las escenas teatrales y siempre brilla a gran altura en cada palo flamenco que expone en las tablas de cualquier proscenio.
La función Lluvia tenía que desarrollarse ponderando algunas esencias íntimas de la persona, cuales son las sufridas soledades, matizando tanto dolor en el jolgorio efusivo con los aires de Cai, que aliviaron el existencialismo más hondo – o jondo– dominante hasta esos momentos. De entrada, la situación de escena era exponer la negritud del alma sola, como bien dijo Antonio Machado en su célebre poema: “Prestad atención: un corazón solitario no es un corazón”. Eva tiene esa fuerza casi misteriosa para dejar embelesado a los espectadores con la lucha silenciosa de unas almas errantes que vagan en la oscuridad y el silencio buscando el presentido acercamiento al amor, todo ello con grandes dosis de interpretación escénica, y luego arrancar ovaciones generalizadas a un público que le es fiel, cuando decide reivindicar no sólo sus tesis más intimistas, sino las que dan rienda suelta al flamemenco más fetén.

Una obra digna de una apertura

Desde luego, el Festival de Jerez no pudo tener mejor inauguración, porque lo presenciado anoche deja una impronta, casi un antes y un después en el imaginario colectivo.

Poderoso el aprecio por las raíces, con esa puerta al fondo por donde se deja notar el ayer más fresco, más presente, con toda su carga de melancolía. Todas las personas son, básicamente, los recuerdos que tienen. Pero avanza Lluvia y los lúgubres pasajes reverdecen con los cantes más florecientes, cálidos, iluminando un espacio que cubre a la perfección. Eva no necesita más realidad que la de su cuerpo ante el público para arrancarse por soleá o por Cádiz, con un guiño simpático y salinero hacia los tanguillos. Y las voces, ¡ay, esas voces de almíbar y terciopelo, que envuelven los bailes de la Yerbabuena! Miguel Poveda rodea ese aire que gira alrededor del arte por derecho y le da una hermosa textura melódica, en ese pasaje de Se nos rompió el amor, de Rocío Jurado. Y Enrique El Extremeño luce poderío lo mismo que Paco Jarana a las seis cuerdas.

Una de las cosas más destacadas, aparte de todo lo reseñdo hasta aquí, es sin duda la música. Se nota esa angustia de los sublimes adagios en clave flamenca, que tanta miel le han dado a los espectáculos de la granadina.

En resumen, el intimismo, la fuerza destructiva del desamor, la soledad y la melancolía, pero la lucha por la dignidad pese a todo, le dieron un portentoso arranque a esta edición del Festival de Jerez, que lució la sentida técnica de Eva con una lección de flamenquería sin efectismos hueros que a otros eventos de otros artistas tanto afean. Eva consiguió contar su historia, con un hilo argumental apasionante, siendo siempre flamenca, dando ejemplos de un magisterio que se le desborda por los cuatro costados de su aparentemente frágil arquitectura corporal, que encierra, sin embargo, un sabor exquisito... a pura Yerbabuena.

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