Aunque Andrés Martínez de León desarrolló sus facetas de ilustrador, humorista, escritor y pintor en medio de una generación problemática, expuesta a multitud de avatares “críticos” imposibles de dilucidar aquí, expuesta a letargos inexplicables incluso tras las normalizaciones del paso a la democracia –todo un Chaves Nogales era un secreto minoritario tan solo hace diez años, no nos engañemos-; hoy es inevitable considerarlo un auténtico maestro de la historieta humorística, del cómic, de la ilustración periodística y publicística, y en el terreno de su evidente querencia, un ineludible referente de la realización gráfica de lo taurino. Además, con la reciente edición que hemos realizado en Almuzara de sus impagables Oselito en Rusia y Oselito extranjero en su tierra, en un mismo volumen, no queda otra que considerarlo como un pionero de la novela gráfica en España.
Posiblemente sus “querensias” por lo taurino o por la expresión andaluza han disminuido su proyección y siguen lastrando inexplicablemente hasta hoy día la difusión de su obra. También su posicionamiento político, que le llevó a trabajar en el frente republicano hasta el último momento de la guerra, y a ser duramente represaliado y salvado in extremis por poderosas influencias del bando vencedor, hizo que su posguerra estuviera sometida a un medio tono, y que no se nos aparezca como lo que sin duda es, miembro de pleno derecho, y quizás a modo de contrapunto, en la nómina de lo que han dado en llamar el grupo de “los humoristas del 27”.
Andrés Martínez de León, (Coria, Sevilla, 1895-Madrid, 1978), empezó su carrera desde Triana en torno a 1916, en El Noticiero Sevillano tras llamar la atención con sus “monos” en escaparates comerciales de la calle Sierpes de Sevilla. Se va consagrando hasta empezar a frecuentar las páginas de todo tipo de publicaciones, desde el semanario La Esfera, Blanco y Negro, o de Grecia, la minoritaria revista ultraísta sevillana, donde ilustra la sección deportiva y taurina Stadivm con unos espléndidos dibujos de Joselito, Belmonte o El Gallo. Su verdadero espaldarazo lo recibe cuando en 1924 comienza a publicar desde Sevilla sus tiras cómicas y costumbristas en “Maestros de la historieta”, en el diario madrileño El Sol.
Sin duda el ambiente pre Exposición Universal facilitaba el interés por sus historietas, muchas de ellas de un profundo costumbrismo sevillano. En 1931, por sugerencia de Nicolás de Urgoiti, fundador de El Sol, se marcha a Madrid. Tras publicar su libro de Historietas sevillanas (1926) y, sobre todo, con la creación del popular personaje de Oselito, su fama se consolida en la década de los treinta. Eso sí, desde ese momento autor y su muñeco trianero irán unidos hasta el punto de que, en el mayor momento de fama, era Oselito el entrevistado y no el propio Martínez de León.
En mayo de 1937, en plena guerra, el poeta Miguel Hernández le escribía a su compañera Josefina Manresa, desde el frente en Jaén, contándole de forma consoladora que muchas tardes merendaba en casa de “Oselito” y que éste era el único que le podía sacar “la risa a borbotones” en mitad de tanto desastre. En realidad, ese “Oselito” era Andrés Martínez de León, aunque lógicamente no a la viceversa. El “personaje” hacía tiempo que era homónimo del autor. Algo parecido pasa con sus dibujos. Si alguien ve a "Oselito" o un apunte taurino de Martínez de León no duda de su procedencia pero posiblemente no le ponga nombre ni cara a su autor. No sabemos si eso seguirá siendo así, aunque, por otra parte, ya saben, no hay mayor gloria para un verdadero artista popular.