De noble, fino y señorial
La Candelaria se retrasa por el frío haciéndose coincidir con el Carnaval. Candelaria y Carnaval, dos manifestaciones de la vida que surgen con fuerza irreprimible como la flor del almendro, como la flor del ciruelo, antes que el olivo empiece a rapear...
Ya el Parnaso del Carnaval gaditano declama inmerso en esta ola de pasión inagotable tras haber aguzado el ingenio y afilado las agujas de los punzones. Ya poesía, ya patarata.
En la crisis que nos hemos empeñado en tener los coros acordan sus intrumentos y sus cabezas para no caer en la locura.
Ya la chirigota ha cantado su cuplet con estribillo pegadizo o arrojadizo con el que te golpea la conciencia. Este año he disfrutado de varias chirigotas, Los Enteraos describen con genialidad a un personaje que lo ves en la calle, más en Jerez que en Cádiz, y que va por la vida de sabiondo. Cómo he disfrutado una vez más con la genialidad de Los Enteraos. Entérate que ¡esto es Carnaval! Selu, enhorabuena. He disfrutado de Las muchachas del Congelao, qué genialidad de tipo y de letras y de música.
Sobre la comparsa, qué decir. Que desde que la creara Paco Alba ha evolucionado entre el claroscuro de su identidad con más sombras (malasombra) que luces, porque se ha empeñado en cantar la desesperanza, el desamor y la amargura de una vida existencialista, que por no saberla vivir, canta con esas notas de escala menor, triste y desesperada, porque ha dejado de ver la belleza de la historia de cada hombre. Gracias, Enrique Villegas, por volver (y volver, volver, volver, a tu casa otra vez) por demostrar que el arte y la gracia son inocentes como tú, y alejados de artificios que terminan en la nada.
La comparsa sigue su proceso de caída al vacío y ennortada busca no sabe qué, porque “nunca hay vientos favorables para el que no sabe donde va” como decía mi amigo Séneca.
Una excepción quiero notar, la comparsa Los Trasnochadores tiene simiente que sabe a pacoalbismo con innovaciones que la engrandecen.
Qué decir de los coros, pues que se han achirigotado y acomparsado, han perdido ese aplomo y esas voces templadas (qué chillones) que deben expresar el señorío del tango.
Mientras hago fotocopias en el lugar que otrora me las hiciera el bueno de Selu, escucho comentarios de la zafiedad de tantas letras… No me resisto a tomar parte en la tertulia: habéis visto lo que pasa cuando al niño se le ríen las gracias, que el niño se vuelve consentío. Es lo mismo que está pasando en Carnaval.
Como dijera el famoso pasodoble: “Por eso Cádiz tiene un sello de noble, fino y señorial”. Cuán lejos están muchos grupos carnavalescos de esta descripción de Paco Alba. Paco, vuelve. No te olvidamos. Tú sí que eres el Señor del Carnaval.
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