La vega Larga, hasta donde llegaban las aguas del Odiel, el Muelle Norte, La Glorieta, El Molino, etc. , epicentro de la Huelva sur, totalmente marinera. Cuartos de rederos, en constancias de cabezas agachadas sin horarios ni tiempo, en los mil nudos marineros del desparecido “Fausto Arroyo”, que fuera presidente del Real Club Marítimo de Huelva.
Familias humildes agrupada en tareas que, al correr del tiempo, se convirtieron en el devenir industrial de la zona portuaria. Talleres, actividades todas relacionadas con el mundo de la mar, carpinteros y tallistas de ribera, verdaderos autodidactas que estiraban las maderas de los galeones, aquellos que iban a por las sardinas del alba, y las caballas que se pregonaban en los carrillos de manos todos los atardeceres por Huelva.
La vega Larga, de juegos de niños en cueros, con el lanzamiento de la villarda, el tirachinas, chicharito la jaba, los bolindros “su puta madre el último”, el escondite o piola.
La vega Larga hilera de luces y sombras, de tardes triunfantes de toreros, aquel afamado “Joroco” y otros pocos, como decían en aquellos tiempo, que se lucia en el vetusto coso de la Merced, entre lo jocoso y la seriedad, como posteriormente haría Lázaro Gallego el Nini, cuando terminaba sus rifas, y que llenó la merced con un mano a mano con el Platanito. Toreros de bromas y en serio, coetáneos de Litri y Chamaco, Venancio García, El Zurdo, Antonio Muñoz Batalla, que en los veranos de Punta Umbría me comenta su truncada trayectoria taurina. Miguel Conde, torero de las Colonias, que iba lanzado y que por mor de la mala fortuna se nos torció.
La vega Larga, de la Cinta y de la orquesta Bolero, en el Bahía, del desaparecido poeta serrano, Jesús Arcensio, siempre recordado y que Huelva le dedicó una calle. Conjuro de salitres, música noctambulas y andares, sin tiempo, con la mejor de las edades.
La vega Larga, fiel estampa de la Huelva marinera, que se afana cada vez más en hacerse presente y que se pasea por las retinas de forma gratificante, como algo que se fue pero que aparece y desaparece en las retinas con el paso de los tiempos. La vega Larga, con su sello insoslayable de estar conectada con la mar, con la presencia de los marineros alemanes que recalaban en Huelva por el mineral de Tharsis y Riotinto, en el barco Ingric Leonard. Una estampa, esta que recuerdan aquellos onubenses que aún peinan canas.
El ojo de la aguja
La vega karga
La vega Larga, hasta donde llegaban las aguas del Odiel, el Muelle Norte, La Glorieta, El Molino, etc. , epicentro de la Huelva sur, totalmente marinera. Cuartos de rederos, en constancias de cabezas agachadas sin horarios ni tiempo, en los mil nudos marineros del desparecido “Fausto Arroyo”, que fu
- Juan Bautista Mojarro
- El ojo de la aguja
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