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Las tramas de niños robados, al descubierto

La demanda judicial presentada puede originar una de las causas más dolorosas de la nueva década

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En el día de ayer se concretaron las primeras actuaciones efectivas de cara a que la Justicia se encargue de investigar y encausar la trama de niños robados existente en nuestro país y prolongada durante varias décadas a lo largo del siglo pasado. A nadie escapa el más que previsible impacto social que podría deparar un proceso que, por el momento, cuenta con el respaldo de más de doscientos afectados, que han presentado ante la Fiscalía General del Estado una demanda colectiva para solicitar la apertura de una investigación penal a nivel nacional sobre sus casos. Los demandantes, ubicados en distintos puntos de la geografía nacional, han sido agrupados por la Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (Anadir) y están representados por el abogado Enrique Vila. Según sus datos estimativos, la trama de niños robados puede estar formada por unos 300.000 casos relativos a la sustracción de niños recién nacidos en diversas clínicas, a cuyos progenitores se les comunicaba su fallecimiento, y que eran entregados a otras familias previa falsificación de los documentos necesarios; un procedimiento que ha podido extenderse en nuestro país desde la finalización de la Guerra Civil hasta los años noventa. Entre los culpables de los robos de bebés la demanda hace alusión a “médicos, comatronas, enfermeras, curas, monjas, funcionarios del registro civil e incluso personal de los cementerios” de todo el ámbito nacional, al tiempo que sostienen que los delitos cometidos por los implicados en las tramas no han prescrito a pesar del tiempo transcurrido, dado que están relacionados con la apropiación ilegal de menores. Fuera de la demanda han quedado los padres de adopción, ya que considera que también fueron engañados durante el proceso de adopción, ya que no se les comunicaba en ningún caso que los menores fueran robados, sino que eran hijos de familias fallecidas en accidentes de tráfico o de madres drogadictas o prostitutas que no los querían. Por el tiempo transcurrido desde los primeros casos puede ser difícil localizar a todos los implicados en la trama, pero eso no frenará la repercusión social de un caso que, si prospera judicialmente, llega cargado de una previsible conmoción.

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