La Iglesia Católica celebra la festividad de Santa Maravillas de Jesús el 11 de diciembre, justo el día en que falleció hace 34 años. Merece la pena reflexionar sobre esta santa, porque ha sido triste actualidad. El 4 de noviembre pasado, por iniciativa del representante del PP en la Mesa del Congreso de Diputados, ésta acordó unánimemente colocar en el edificio una placa en la que se hiciera constar que allí vivió una persona tan destacada como Sor Maravillas, y que dos de sus familiares fueron Presidentes de la institución. Cuando la decisión llegó a conocimiento de los diputados, no se hizo esperar mucho la reacción adversa. El PSOE, por boca de su portavoz Alonso, se opuso rotundamente, aduciendo que "se trataba de una religiosa, y la placa contravenía el principio de aconfesionalidad del Estado consagrado por la Constitución". La Mesa revocó el acuerdo y el propio Presidente Bono, humillado, hubo de dar explicaciones. Los partidos discordantes se consideraron así satisfechos, bien que ERC espera que el Sr. Bono, tras el arrepentimiento, cumpla la penitencia. Este malhadado episodio concluye con un piropo, entre cariñoso y sarcástico, del Presidente del Congreso hacia sus correligionarios.
Pero ¿quién era nuestro personaje? Hija de Luis Pidal y Cristina Chico de Guzmán, nació en Madrid en 1891. Su padre era a la sazón Embajador de España en la Santa Sede y había sido Ministro de Fomento. Se dice que su educación fue esmerada y que desde niña su vocación había sido consagrar su vida al servicio de Dios. En su juventud dedicó tiempo y esfuerzo en obras de beneficencia, ayudando a pobres y marginados. Ingresó en el Carmelo de El Escorial en 1919 y un año después tomaría el hábito carmelitano.
Su firme voluntad y el amor a Jesús le llevaron a fundar un Carmelo en el Cerro de los Ángeles, justo el centro de España y próximo al monumento del Sagrado Corazón, para así contemplarlo y reverenciarlo en plenitud. En 1926, fue nombrada priora de la comunidad, y de allí sería expulsada junto a otras monjas en 1936; a su vuelta, concluido el conflicto, el Carmelo estaba arrasado. Desde los años 30 a los 60, la hermana Maravillas fundó 11 conventos (uno en la India), un colegio, una clínica para la atención a religiosas, dos guarderías y una barriada de 200 casas en Perales del Río. Es muy llamativa tal labor social en una monja de clausura dedicada a la vida contemplativa. Falleció en La Aldehuela en 1974, exclamando: "¡qué felicidad morir carmelita!". Era modelo de serenidad, inteligencia, caridad y entrega, fervorosa de la oración y de la penitencia. "Me siento amada por Dios", decía.
Fue canonizada en 2003, junto a otros cuatro beatos (Sor Ángela de la Cruz, Sor Genoveva Torres, Padre Pedro Poveda y José María Rubio), en un acto multitudinario celebrado en Madrid y presidido por Juan Pablo II. En su proceso figuran al menos dos milagros reconocidos: la curación de un enfermo con agranulocitosis y la inexplicable recuperación de un chico mejicano, en coma profundo tras ahogamiento y paro cardiorrespiratorio.
Con motivo del episodio relatado, no todos los medios de comunicación han tratado como se merece a Santa Maravillas de Jesús. El diario 'Público' se refería así en sus titulares: "Sor Maravillas, la monja integrista. Preconciliar y conservadora, la biografía de la santa reúne todas las características de los mitos del nacional-catolicismo".
Se equivocan los que siembran el rencor. Como se equivoca Alonso al pregonar que los símbolos religiosos deben recluirse en las iglesias o en la intimidad. Eso es laicismo puro y no sana laicidad. Pero yerra aún más cuando considera que el justo homenaje a esta mujer deviene de su condición de religiosa: es el lógico reconocimiento a una persona excepcional, que hizo mucho bien y dedicó toda su vida al amor. Amor a Dios, que es, a la postre, amor a sus hermanos.