No. No. Y mil veces no. De repente me lloran hasta las uñas. De repente se estremecen las entrañas y el sudor se vuelve lágrimas. De repente el universo se contrae y se adentra en las pupilas para impregnarlas de hiel y desazón infinita. De repente nada tiene sentido y el mundo pierde un amanecer y todos los arcoíris con su paleta de colores huérfana de brillo. De repente llega otro adiós, de repente se nos va otro gran hombre. Estoy en la lona, tumbado sobre un manto de letras que se han quedado solas. De repente veo un plató vacío y una silla rota en llanto y sin persona. De repente miro al cielo y frunzo el ceño y hasta las nubes te añoran. De repente me arrepiento de estar despierto y no dormido. De repente quiero que todo sea un maldito sueño. De repente siento que debo teclear y teclear y teclear. De repente la noche es día. De repente quiero que, frase a frase, se construya una elegía. De repente ya te echamos de menos. De repente todo es humor negro y pura ironía. De repente, compañero, de repente, es tu voz la escucho y no la mía. De repente, compañero, de repente, maldigo el quejido y el quebranto que nos depara la vida. De repente sonrío. Sonrío al cerrar los ojos y los oídos. Sonrío porque estás vivo. Porque siempre vivirás en nuestros recuerdos. Porque perdiste esa batalla pero ganaste la guerra al olvido. De repente me recreo en las huellas que plantaste en tu camino. Tinta, papel, melodías, micrófonos y una cámara de vídeo. La historia de una ciudad, de toda una Isla, fue por ti contada, narrada, relatada, grabada y fotografiada. De repente sangran las marismas y la Calle Real enloquece de luto. Desde el Panteón de los Marinos Ilustres hasta el Puente Zuazo, desde La Carraca hasta la Iglesia de San Pedro y San Pablo, desde el eco seco y desgarrado de Camarón hasta las Salinas, desde el Teatro de Las Cortes hasta el Castillo de San Romualdo, desde Lebrija hasta San Fernando, todo es puro y duro llanto. De repente el horizonte se queda sin su cronista. De repente se hunde en la tierra la risa. De repente todo cabe en tu ataúd. De repente hay menos luz. De repente te colocas las gafas y te sacudes las tonterías. De repente eres esfuerzo y eres maestro. De repente acentúas la pena el mismo día que el más allá y el más acá contrata un periodista. De repente Publicaciones del Sur ya sabe lo que se pierde. De repente, de repente ya eres río, ya eres mar. Ya eres tierra. De repente me rompo porque ya no estás. De repente eres poema, eres prosa y leyenda. Eres hierro, eres verso. Compañero, de repente, compañero… descase usted en paz. Un abrazo a la familia, a los amigos, a los nietos, a los compañeros. No, no y mil veces no… de repente comienza el duelo.
Sin Diazepam
De repente el horizonte se queda sin su cronista, de repente comienza el duelo
No. No. Y mil veces no. De repente me lloran hasta las uñas. De repente se estremecen las entrañas y el sudor se vuelve lágrimas
Younes Nachett
Younes Nachett es pobre de nacimiento y casi seguro también pobre a la hora de morir. Sin nacionalidad fija y sin firma oficial
Sin Diazepam
Adicto hasta al azafrán, palabrería sin anestesia, supero el 'mono' sin un mísero diazepam, aunque sueño con ansiolíticos
VISITAR BLOGDe repente me recreo en las huellas que plantaste en tu camino. Tinta, papel, melodías, micrófonos y una cámara de vídeo
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