La Palmera: sigue el expolio

Publicado: 23/03/2022
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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El espejismo de que el expolio del Patrimonio urbanístico desaparecería con la democracia, se ha desvanecido gracias a los supuestos demócratas ...
El espejismo de que el expolio del Patrimonio urbanístico desaparecería con la democracia, se ha desvanecido gracias a los supuestos demócratas que, después de cuarenta años, lo siguen favoreciendo. Es posible que lo enrevesado de las normas permitan resquicios por dónde se cuelen verdaderas corrientes capaces de anegar la norma y la democracia. Es posible hasta que haya normas capaces de abrirse a permitir algo y lo contrario. Pero esas normas, después de cuarenta años, también son responsabilidad de los demócratas cuando pueden permitir “esto y lo contrario”. O serán, tal vez, fruto de los retrocesos sufridos a manos de cuerpos legislativos reflejos del pasado y de ejecutivos que se han tomado la palabra “ejecutar” sólo en su acepción de terminar con la vida del objeto al que se ejecuta.

En este sentido a La Palmera le ha tocado el turno de ser ejecutada. La Palmera resistía en su adormecimiento recluida sobre sí misma, sin darse cuenta que cada nuevo monumento a la ramplonería en los edificios de nueva planta -planta siempre edificada sobre el esqueleto o el recuerdo de edificios acorde con su entorno-, eran, han sido y son dolorosas puñalás en su extremo sur. Que la Avenida de la Palmera está perdiendo a pasos de gigante su fisonomía propia, su carácter, el que le imprimía hacer sido construida con un concepto, está fuera de toda duda. Que la arquitectura contemporánea, tan amiga de los “volúmenes”, está trastocando los volúmenes de una Avenida tan poco sevillana en su anchura, longitud y rectilínea, y al mismo tiempo tan sevillana en su estilo y su conformación urbana.

La reforma integral que se está llevando a cabo en La Palmera es un disloque tan grave como fueron los destrozos del franquismo, si no en extensión sí en intensidad y en intención. Esos “volúmenes” que para la arquitectura pseudo bauhaus se limitan a meter un cubo en otro cubo, en la Palmera se está viendo en el gigantismo, en el tamaño, el porcentaje cúbico, la falta de formas. Un gigantismo “a escala” que está dejando pequeña la Avenida de tanto cubo, de tanto pretencioso elemento pseudo modernista, con el problema añadido de que, para su construcción se están perdiendo verdaderas joyas de la arquitectura regionalista. Quienes han hecho teoría y ciencia de los “volúmenes” cuando no tenían otra forma de definir, han introducido volúmenes exagerados, han trastocado el volumen lógico, y han construido y colado volúmenes exagerados y eliminado volúmenes compensatorios produciendo una mezcolanza tergiversadora que no es buena para lo pretendidamente contemporáneo pero es un destrozo de lo ya clásico.

Esta reforma de La Palmera camino de ser integral, ignora los pequeños espacios, la combinación de ellos y ha extendido un concepto de falsa volumetría ignorando el buen gusto, el detalle, el diseño y el estilo de una Avenida única en su unidad de concepción. Los nuevos edificios nos han hecho pasar, sin escalas, del diseño y la unidad a la amalgama. A una amalgama deforme que no faltarán quienes festejen por “fusión” entre lo antiguo y lo moderno.

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