Decía mi querido Lucano: "Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día".
Este consejo es tan actual… Si bien los distintos vicios que atosigan nuestra sociedad quedan cada vez peor vistos, como el tabaco, el alcohol, el porro, la alimentación inadecuada. Atosigar tiene un sentido literal pues proviene de tósigo o tóxico. El vicio nos atosiga, nos intoxica y cada vez hay más mentalidad del perjuicio que nos acarrea.
Hoy quisiera referirme a un vicio intangible que nos destroza y que ya Lucano hace veinte siglos denunció: los agobios de la vida. Qué significa la palabra agobio. Según el escritor Enrique Monasterio la palabra agobio deriva del término latino gybus, que significa giba o joroba. Por tanto, desde el punto de vista etimológico, agobiado es lo mismo que estar jorobado o giboso. El agobiado va cargando sobre sus espaldas una joroba que si bien no es material tiene la habilidad de jorobar también a los demás. Dice Monasterio que no es sólo cuestión de exceso de trabajo. El Planeta está lleno de gentes que no paran un minuto, y no por eso sufren tan penoso síndrome. El problema de los agobiados es que al no estar acostumbrados a trabajar tanto, piensan que el Cosmos entero debería ser partícipe de su sufrimiento interior. El agobiado, más allá de su cansancio real, sobre todo tiene miedo. Aquí está la clave del agobio, en el temor.
Imagínate, en plena crisis económica, descendiendo la cuesta de enero y con la lluvia que está cayendo cómo van a volar los temores de casa en casa. El toy agobiao sonará con frecuencia en cada alma.
A este respecto me ha parecido más que interesante el ensayo El Temor y la Felicidad, del psiquiatra chileno Sergio Peña y Lillo, que expone el temor y la felicidad como experiencias contrapuestas en la vida del hombre, antagónicos que sin tener una correspondencia exacta desde el punto de vista gramatical, son emociones opuestas y excluyentes, donde el autor señala a todo miedo o agobio como la causa que impide ser feliz a las personas. En el texto se postula que la felicidad es el estado natural del psiquismo humano y la condición más radical de su normalidad. Se propone, además, un camino obvio para alcanzar la dicha: el del vencimiento del miedo y de los agobios.
"Si a la amargura/ y todo su temor/ le quitas la largura/ de su moral dolor/ sólo quedará amor". Paracelso (gran médico humanista del siglo XVI) asegura que para curar el temor no sólo basta el conocimiento biológico sino el de Dios. Quién pudiera arreglar las cabezas por dentro, como por fuera las arregla Antoñita la peluquera, en el decir de José María Pemán.
No se puede vivir jorobado con agobios de ayer o de mañana porque a cada día basta su propio afán. No se puede vivir jorobando a los que viven contigo ni a tus vecinos ni a tus compañeros. No aceptes el chantaje del miedo.
Desjoróbate, cobarde. La vida no te va a dar la felicidad que buscas si no te liberas de los agobios. Si no, serás el jorobado de No-te-dan.
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