Una vez más es el Día de Andalucía. Y no es un día de nacionalismos y egoísmos sino de amor a nuestra tierra, a nuestra gente, a nuestra cultura, a nuestra historia y… ¡A nuestro futuro!
Reflexionamos aquí dejando de lado polémicas sobre si es éste el verdadero día en el que deberíamos celebrar el “Día de Andalucía”, ya que sabemos que habrá voces que aprovecharán para decir que no hay nada que celebrar.
Pero los andaluces y andaluzas sabemos que eso no es así.
Celebramos nuestra historia, nuestra riqueza cultural y natural, nuestro carácter integrador y hospitalario, nuestra capacidad para luchar y levantarnos después de un revés, nuestra forma, en definitiva, de ser andaluces libres, por Andalucía, España y la humanidad, como dice nuestro himno.
¿Debe esto llevarnos al conformismo o a la sensación de tenerlo todo hecho?
En absoluto. Tenemos por delante importantes y decisivos retos que debemos afrontar.
Estamos en plena pandemia por coronavirus y es el reto más urgente de Andalucía, sin duda; pero debemos hacer las cosas bien en esta época de crisis, para dejar puesto los cimientos de una Andalucía mejor.
Y el punto de partida no es muy bueno. Llevamos encima la pesada carga del paro, la pobreza, en general, y las condiciones de los agricultores y ganaderos, en particular; con ese abuso de los precios en origen de pura miseria.
La Covid parece haber borrado las movilizaciones de hace un año. Pero son la gente del campo las que nos dan de comer. Y son las que han hecho posible que no falte el suministro estos meses, en cualquiera de las olas y e independientemente del número de contagios.
Pero no podemos dejar atrás el gran reto que, con pandemia o sin pandemia, pone a Andalucía en grave peligro: el cambio climático.
Una situación de emergencia que se acentúa en Andalucía porque estamos en la zona de Europa que más sufrirá las consecuencias del cambio del clima.
Aunque el Día de Andalucía debemos celebrarlo como un día de esperanza. Un día de ver las cosas en verde, en positivo, y de trabajar porque así sea.
Y es que, pase lo que pase en los próximos meses y años, estamos convencidos de que serán las políticas verdes las que podrán aportar vida y salud a todas las personas que viven en Andalucía. ¡Sí! ¡A todas! Porque esta tierra siempre ha sido lugar de acogida y de convivencia.
Serán las medidas ecológicas que respetan la naturaleza las que frenarán y vencerán los peores de nuestros miedos e incertidumbres.
Hagamos una Andalucía donde nuestra economía y nuestra salud vayan de la mano.
No podemos hacer mejorar las condiciones económicas de nuestras vecinas y vecinos contaminándolo todo por cuestión de supervivencia financiera.
Una economía circular, limpia y con energías renovables será la clave que pueda hacer, realmente, recuperar el turismo, el gran damnificado de esta dura pandemia, pero, también, la agricultura, la ganadería, la pesca… ¡y todo lo que se nos ponga por delante!
¿Y cómo hacerlo?
Pues basándonos en un nuevo paradigma para que este siglo XXI nos lleve a un mundo mejor. A una Andalucía mejor.
Un modelo basado en la transición de la economía sucia a la economía circular, que es una economía de residuos cero (de ahí lo de limpia).
Un modelo donde el único crecimiento que importe y se mida sea el del bienestar de las personas en todos los sentidos. Bienestar que se puede conseguir con una renta básica universal, por un lado, y un fortalecimiento de los servicios públicos como la sanidad, la educación, los transportes..., por otro.
La clave para cambiar el modelo es incorporar razones ambientales y culturales a la economía. Poniendo en el centro a las personas y los trabajos de cuidados, de cuidarnos.
Además, ante la crisis de los agricultores y ganaderos, entre otras medidas, la mejor solución es promover el comercio local, consumir menos y cerca de casa. Nuestra tierra necesita seguir cuidando la tierra, el mar y el aire porque ahí radica nuestra mayor riqueza.
Y, por supuesto, no podemos olvidar la energía para hacer estos cambios que venimos hablando. La energía que necesitamos también debe ser de proximidad y obtenida, mayormente, de forma distribuida. ¡Tenemos Sol, viento y mareas de sobra para ser autosuficientes con energías renovables!
Y, para cerrar este círculo virtuoso, debemos aprovechar los tremendos avances en movilidad verde que favorezcan el caminar, andar en bici o, para recorridos más largos, en transportes públicos colectivos movidos con alternativas saludables frente a los hidrocarburos.
Se puede hacer con el apoyo de una amplia red ciclista, con prioridad, y una red vial compartida de vehículos eléctricos, pero no tanto particulares sino de trenes y autobuses eléctricos de gran capacidad para revolucionar nuestra forma de viajar.
El sector del transporte limpio es conocido como uno de los pilares de las políticas de empleo que necesita una Andalucía más verde, justa y saludable.
La Andalucía verde no requiere más carreteras, sino interconexiones ferroviarias, desplazamientos de alta frecuencia y trenes regionales. Los trenes que unen nuestros pueblos. Los trenes que unen a las personas y no a la especulación.
Resolvamos este grave problema que tenemos encima con la pandemia, pero sin olvidarnos de que nuestro territorio es uno de los más afectados por las consecuencias de la emergencia climática.
Resolvamos esto y sigamos muchos más años felices celebrando, el Día de Andalucía, cada año.
Autores: David Palomino y Abraham Velázquez