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Desde Almería a Túnez, 33 gacelas de Cuvier vuelven a su hábitat

En el marco de un proyecto de cooperación entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España

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  • MANIFESTACIÓN -

 Treinta y tres ejemplares de "gacela de Cuvier" fueron liberadas este viernes en el Parque Nacional de Jebel Serj, en el centro de Túnez, en el marco de un proyecto de cooperación entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España y las autoridades tunecinas para reintroducir esta especie en su habitat natural. 

Una especie vulnerable, concentrada principalmente en el norte de África y el Sáhara, cuya población se ha visto reducida a 2.000 ejemplares en libertad, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).  

Para este programa, el equipo de científicos realizó un proceso de selección de la población cautiva, en su mayoría hembras, de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA) de Almería, centro de referencia mundial en la conservación de fauna sahariana, y del zoológico Oasis Park de Fuerteventura (Canarias). 

En una segunda etapa, los animales fueron trasladados en un avión de las fuerzas armadas tunecinas bajo supervisión veterinaria hasta su liberación en este área protegida que se encuentra a más de mil kilómetros de distancia. 

Una iniciativa "exitosa", según dijo a Efe durante la suelta la vicepresidenta de Relaciones Internacionales del CSIC, Elena Domínguez Cañas, que ya ha mostrado sus primeros resultados. 

ACLIMATARSE A UNA NUEVA CASA, QUE ERA SU CASA

"Al cabo de ocho meses ya teníamos 25 crías, fue el anticipo de un éxito. Después hemos visto una segunda generación con 33, lo que demostró que ya estaban en condiciones de darles mayor libertad", se felicitó. 

Tras unas suelta similar realizada en 2016, en la que se introdujeron 43 ejemplares, la responsable señaló que se han estudiado a fondo su genética para conocer cuáles son las subespecies que mejor se adaptan al entorno natural y no repetir errores. 

"Con las gacelas ocurre como con los humanos, los hay que se adaptan a los inviernos infinitos y días de mucha oscuridad o aquellos que se adaptan a periodos de mucha claridad", explicó. 

Después de tres fructíferos periodos reproductivos, que coinciden con la primavera, los investigadores se mostraron optimistas con un posible nacimiento el próximo año de la primera camada en libertad. A esto se suma, aseguran, la media de esperanza de vida en cautividad- entre los dos y los 12 años- que ha logrado mantenerse en condiciones de semi-cautividad. 

"Estos son sus hijos e incluso sus nietos, que han estado tres años aclimatándose a esta nueva casa, que era su casa", declaró la directora del proyecto, Eulalia Moreno Mañas, que reveló que desde 1930 su población estaba prácticamente extinguida, aunque espera que a partir de ahora aumente al ritmo de un 30 por ciento anual. 

PARQUE NACIONAL DE JEBEL SERJ

Moreno Mañas, que estudia la especie de gacela de Cuvier, una especie en la que los partos gemelares representan alrededor de un 40 % de los casos, desde 2014, indicó que existe una segunda población en el Parque Nacional de Chaambi, situado en la frontera con Argelia y convertido en refugio de grupos salafistas armados, aunque se desconoce su número. 

"Un factor clave es conocer todos los aspectos de su biología: cómo se reproducen y cuándo, cuáles son las mejores condiciones ambientales, qué comen, si tienen depredadores o cuáles son sus posibles enfermedades infecciosas", subrayó. 

A pesar de su modesta extensión de 17 kilómetros cuadrados, el Parque Nacional de Jebel Serj es una de las zonas más pobladas y con mayor biodiversidad, declaró el director general de Bosques en el Ministerio de Agricultura de Túnez, Mohamed Boufaroua. 

Un día "memorable", añadió, que abre las puertas a futuros proyectos de cooperación con otras especies animales como la gacela Mohor gracias a la similitud de las condiciones naturales entre ambos países. 

En una próxima etapa, los nuevos residentes de Jebel Berj serán dotados de collares con tecnología GPS para ser monitorizados, tanto desde España como Túnez, para conocer sus movimientos y su biología con el fin de crear una base de datos que facilite su investigación. 

Un dispositivo que naturalistas creen necesario ante la polémica por la desaparición de la mayor parte de las introducidas en 2016 y, que según algunos activistas de los derechos humanos en Túnez, fueron víctimas de partidas de caza organizadas para cazadores locales y extranjeros. 

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