Por segundo año consecutivo el miércoles previo a la solemnidad de Pentecostés no trajo consigo el inicio del camino para la Hermandad del Rocío de Jerez, aunque ello no fue obstáculo para que en Santo Domingo se viviera el ambiente propio de esta jornada, si bien con “sentimientos encontrados”, como apuntó fray Juan Carlos González en la homilía de una misa de nuevo huérfana de romeros.
La Hermandad de Jerez preservó la tradición de celebrar la misa de las ocho de la mañana, una cita a las que posteriormente se añadirían el rezo del ángelus y del rosario, a mediodía y al filo de las nueve y cuarto de la noche.
Durante todo el día se escucharon sevillanas y plegarias ante el Simpecado, dispuesto junto al presbiterio de la iglesia de Santo Domingo.
En el exterior del templo volvió a colocarse una carriola solidaria en la que se recogieron cientos de kilos de alimentos no perecederos que serán distribuidos entre diversas organizaciones sociales.
Y es que como bien comentó fray Juan Carlos González, “no hay romería ni peregrinación, pero hay Rocío”, un Rocío en esta ocasión “de luz y de esperanza para tantas personas que lo necesitan en esta situación tan dura y difícil” que se está viviendo.
Recordó el prior de Santo Domingo que el hecho de que Jerez “no se mueva hacia la aldea” no significa que “no se esté moviendo”, ya que puede hacerlo también “con la oración y con la solidaridad”.
“Así tiene que ser nuestro Rocío. No podemos ir a la aldea, pero la Virgen está con nosotros y tenemos que estar contentos porque estamos aquí junto a ella. Ella es la alegría de nuestro corazón. Con ella siempre hay alegría”, apostilló.
La de este miércoles fue por tanto una jornada de sentimientos encontrados, como dijo fray Juan Carlos González.
De nostalgia por la ausencia del camino y el vacío que deja la imposibilidad de ponerse frente a la Virgen del Rocío.
Pero también de la esperanza que genera el convencimiento de que cada día que pasa se encuentra más próxima la vuelta a la ansiada normalidad.